/ lunes 18 de enero de 2021

Pandemia empeoró la economía de Tlahuelilpan

El Gobierno federal no ha entregado los apoyos comprometidos para las víctimas del incendio del oleoducto de Pemex en el que murieron 137 personas

TLAHUELILPAN. Cientos de personas se congregaron cerca de las cinco de la tarde del 18 de enero de 2019 en un ducto perforado de Petróleos Mexicanos (Pemex) para obtener combustible y revenderlo. Durante casi dos horas, hombres, mujeres y niños se amontonaron alrededor de la fuga con sus cubetas en mano, cuando una chispa encendió la gasolina quemando a todos los que estaban en el lugar.

A consecuencia de la tragedia murieron 137 personas, y dos años después, la pobreza que los orilló a arriesgar sus vidas para conseguir gasolina de manera ilegal y hacerse de recursos persiste, pues la ayuda que el Gobierno federal prometió para tratar de paliar los efectos de la tragedia nunca llegó y la economía del pueblo y de las familias de los fallecidos se vio severamente afectada por la pandemia de Covid-19.

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La economía de las familias se fue a pique porque la mayoría de las víctimas eran los proveedores del hogar, ya sea como trabajadores del campo, albañiles y comerciantes, de los cuales, pocos han recibido apoyos gubernamentales.

Algunos de los menores que quedaron en orfandad reciben becas escolares, sin embargo, la mayoría ya eran beneficiarios de este programa. Los recursos comprometidos por la Secretaría de Gobernación (Segob) “para reactivar la economía” de la zona y que la gente se desistiera de seguir robando hidrocarburo de los ductos de Pemex, no llegan.

A decir de los pobladores de Tlahuelilpan, será difícil desalentar el huachicoleo, porque esa actividad ilícita es la que mantiene a flote la economía de la zona sur del estado de Hidalgo.

En tanto, los familiares de las víctimas de la explosión e incendio ocurrido en la colonia San Primitivo dos años atrás, continúan peregrinando para obtener algún apoyo gubernamental y tienen la esperanza de acceder a una indemnización de un seguro contratado por la petrolera con la aseguradora Mapfre.

Del centenar de niños que quedaron en la orfandad, la Secretaría del Bienestar reportó haber incorporado a la mayoría a los programas sociales, pero todavía hay quienes aseguran haber sido marginados.

Leonardo Pérez Yañez busca que su sobrino de nueve años, quien estudia la primaria, reciba algún apoyo. Su hermano Jonathan, de 24 años de edad y que se ganaba la vida como operador de transporte público de pasajeros, fue una de las víctimas de la explosión y la única ayuda que recibió tras la tragedia fue el féretro para su hermano.

“Mi sobrino no ha recibido ninguna beca, ni ninguna otra clase de beneficio para continuar sus estudios de primaria”, dice con amargura y tristeza.

Otros deudos dicen estar cansados del burocratismo que les obliga a peregrinar en dependencias.

“Nos la han hecho cansada y ya se nos complicó más porque los funcionarios municipales que se encargaban de los trámites ya no están. Ya pasamos por dos administraciones, y los del actual Gobierno nada saben y ni les interesa. Además por la pandemia todo se paró”, dijo Martha Cruz, quien perdió en el incendio a su hermano a quien le sobreviven tres hijos adolescentes, quienes por su edad no fueron candidatos para becas.

Foto: César Martínez

SIN MEMORIAL

En los días inmediatos a la tragedia el Gobierno federal adquirió un terreno para ampliar el Panteón Municipal de Tlahuelilpan y los familiares impulsaron en la zona cero la construcción de un Memorial para las víctimas. El entonces alcalde Juan Pedro Cruz Frías generó expectativas de que el municipio podría ser beneficiario de proyectos como un Tianguis Municipal.

En el aniversario de la tragedia la Segob hizo el compromiso de adquirir una superficie de tres mil 500 hectáreas para el Memorial, la adquisición de dos terrenos en el municipio de Tlaxcoapan para dos panteones, que fue la segunda población más afectada, y anunció apoyos del orden de los 70 millones para ambos municipios.

Pero en enero del 2020 Pemex entregó a la alcaldía solo 60 mil litros de combustible y 120 mil toneladas de asfalto, una ambulancia de urgencias médicas y una patrulla tipo pick up, que en conjunto costaron poco más de cuatro millones de pesos.

La pandemia por Covid-19, que se hizo presente en marzo, obligó al Gobierno federal a hacer un ajuste en sus prioridades. Se informó que se aplicarían únicamente 40 de los 70 millones para reactivar la economía, aunque sólo la mitad sería para Tlahuelilpan. Y al final, con los dos cambios de gobierno que hubo en el municipio, nada se concretó.

Sobre el Memorial, el alcalde de Tlahuelilpan José Alfredo Moreno informó que el delegado federal, Abraham Mendoza Zenteno, a quien se le encomendó la adquisición del predio, no lo compró. Y adelantó que ahora será más complicado hacerlo porque hace unos días el dueño falleció.

Respecto a la adquisición de los dos terrenos para para la ampliación de los panteones, el alcalde Jaime Pérez Suárez informó que estos aún no se adquieren.

El poco apoyo gubernamental recibido generó desesperanza, pero en noviembre pasado resurgió la expectativa entre los deudos para acceder a una indemnización.

El viernes 6 de noviembre, el Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito resolvió que las víctimas de la explosión ocurrida en Tlahuelilpan tienen legitimidad jurídica para reclamar a la aseguradora Mapfre el pago de indemnizaciones con base en un seguro que Pemex contrató, con una cobertura de 500 millones de dólares, y ordenó reponer el proceso a las instancias que durante 2019 desecharon esta acción colectiva que interpuso la asociación civil Organización Nacional de Responsabilidad del Estado.

Nos la han hecho cansada y ya se nos complicó más porque los funcionarios ya no estánLeonardo Pérez / Hermano de Víctima

ZONA CERO, ABANDONADA

Aunque ya transcurrieron dos largos años desde que ocurrió la terrible tragedia, el dolor aún persiste entre habitantes de esta región.

En el sitio denominado zona cero, que se localiza en el área limítrofe de los municipios de Tlahuelilpan y Tlaxcoapan, el ambiente actualmente es desolador.

Algunas capillas y cruces aún tienen plasmados los nombres de las víctimas. Otras más ya no, pues el paso del tiempo, el medio ambiente e intemperie los han borrado parcial e irremediablemente.

Ya casi nadie viene al lugar durante estos días. Sólo esporádicamente llegan deudos de algunas de las víctimas del siniestro para recordar a sus seres queridos, en su mayoría habitantes de Tlahuelilpan y municipios circunvecinos como Tlaxcoapan, Atitalaquia y Tetepango.

Antes de limpiar el lugar y llevar flores como girasoles amarillos y rosas rojas, los familiares de las víctimas se dan tiempo de hacer una oración en silencio en su honor. Piden, entre lágrimas, a Dios y la Virgen de Guadalupe por su eterno descanso en paz.

El siniestro ocurrido en este municipio colindante con Tlaxcoapan, fue considerado el más grande del estado de Hidalgo durante sus 150 años de existencia. Las grandes llamas que alcanzaron más de treinta metros de altura envolvieron a decenas de personas.

“Acudí a este lugar para recordar a un familiar que murió en el incendio de hace dos años. Ese día fue muy trágico para mi familia y para mí, pues no sabíamos lo que pasaba realmente aquí” indicó una mujer, que prefirió omitir su nombre.

Los deudos de las víctimas tienen que seguir haciendo sus respectivas vidas, como ellos mismos dicen, aunque siempre llevarán el dolor y sufrimiento por ya no tener a sus seres queridos con ellos.

Tiempo después de acontecido el siniestro, dicen, se abrigaron en la religión para tratar de olvidar esta tragedia que enlutó, no solo sus respectivos hogares, sino también sus corazones y almas.


Con información de César Martínez




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TLAHUELILPAN. Cientos de personas se congregaron cerca de las cinco de la tarde del 18 de enero de 2019 en un ducto perforado de Petróleos Mexicanos (Pemex) para obtener combustible y revenderlo. Durante casi dos horas, hombres, mujeres y niños se amontonaron alrededor de la fuga con sus cubetas en mano, cuando una chispa encendió la gasolina quemando a todos los que estaban en el lugar.

A consecuencia de la tragedia murieron 137 personas, y dos años después, la pobreza que los orilló a arriesgar sus vidas para conseguir gasolina de manera ilegal y hacerse de recursos persiste, pues la ayuda que el Gobierno federal prometió para tratar de paliar los efectos de la tragedia nunca llegó y la economía del pueblo y de las familias de los fallecidos se vio severamente afectada por la pandemia de Covid-19.

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La economía de las familias se fue a pique porque la mayoría de las víctimas eran los proveedores del hogar, ya sea como trabajadores del campo, albañiles y comerciantes, de los cuales, pocos han recibido apoyos gubernamentales.

Algunos de los menores que quedaron en orfandad reciben becas escolares, sin embargo, la mayoría ya eran beneficiarios de este programa. Los recursos comprometidos por la Secretaría de Gobernación (Segob) “para reactivar la economía” de la zona y que la gente se desistiera de seguir robando hidrocarburo de los ductos de Pemex, no llegan.

A decir de los pobladores de Tlahuelilpan, será difícil desalentar el huachicoleo, porque esa actividad ilícita es la que mantiene a flote la economía de la zona sur del estado de Hidalgo.

En tanto, los familiares de las víctimas de la explosión e incendio ocurrido en la colonia San Primitivo dos años atrás, continúan peregrinando para obtener algún apoyo gubernamental y tienen la esperanza de acceder a una indemnización de un seguro contratado por la petrolera con la aseguradora Mapfre.

Del centenar de niños que quedaron en la orfandad, la Secretaría del Bienestar reportó haber incorporado a la mayoría a los programas sociales, pero todavía hay quienes aseguran haber sido marginados.

Leonardo Pérez Yañez busca que su sobrino de nueve años, quien estudia la primaria, reciba algún apoyo. Su hermano Jonathan, de 24 años de edad y que se ganaba la vida como operador de transporte público de pasajeros, fue una de las víctimas de la explosión y la única ayuda que recibió tras la tragedia fue el féretro para su hermano.

“Mi sobrino no ha recibido ninguna beca, ni ninguna otra clase de beneficio para continuar sus estudios de primaria”, dice con amargura y tristeza.

Otros deudos dicen estar cansados del burocratismo que les obliga a peregrinar en dependencias.

“Nos la han hecho cansada y ya se nos complicó más porque los funcionarios municipales que se encargaban de los trámites ya no están. Ya pasamos por dos administraciones, y los del actual Gobierno nada saben y ni les interesa. Además por la pandemia todo se paró”, dijo Martha Cruz, quien perdió en el incendio a su hermano a quien le sobreviven tres hijos adolescentes, quienes por su edad no fueron candidatos para becas.

Foto: César Martínez

SIN MEMORIAL

En los días inmediatos a la tragedia el Gobierno federal adquirió un terreno para ampliar el Panteón Municipal de Tlahuelilpan y los familiares impulsaron en la zona cero la construcción de un Memorial para las víctimas. El entonces alcalde Juan Pedro Cruz Frías generó expectativas de que el municipio podría ser beneficiario de proyectos como un Tianguis Municipal.

En el aniversario de la tragedia la Segob hizo el compromiso de adquirir una superficie de tres mil 500 hectáreas para el Memorial, la adquisición de dos terrenos en el municipio de Tlaxcoapan para dos panteones, que fue la segunda población más afectada, y anunció apoyos del orden de los 70 millones para ambos municipios.

Pero en enero del 2020 Pemex entregó a la alcaldía solo 60 mil litros de combustible y 120 mil toneladas de asfalto, una ambulancia de urgencias médicas y una patrulla tipo pick up, que en conjunto costaron poco más de cuatro millones de pesos.

La pandemia por Covid-19, que se hizo presente en marzo, obligó al Gobierno federal a hacer un ajuste en sus prioridades. Se informó que se aplicarían únicamente 40 de los 70 millones para reactivar la economía, aunque sólo la mitad sería para Tlahuelilpan. Y al final, con los dos cambios de gobierno que hubo en el municipio, nada se concretó.

Sobre el Memorial, el alcalde de Tlahuelilpan José Alfredo Moreno informó que el delegado federal, Abraham Mendoza Zenteno, a quien se le encomendó la adquisición del predio, no lo compró. Y adelantó que ahora será más complicado hacerlo porque hace unos días el dueño falleció.

Respecto a la adquisición de los dos terrenos para para la ampliación de los panteones, el alcalde Jaime Pérez Suárez informó que estos aún no se adquieren.

El poco apoyo gubernamental recibido generó desesperanza, pero en noviembre pasado resurgió la expectativa entre los deudos para acceder a una indemnización.

El viernes 6 de noviembre, el Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito resolvió que las víctimas de la explosión ocurrida en Tlahuelilpan tienen legitimidad jurídica para reclamar a la aseguradora Mapfre el pago de indemnizaciones con base en un seguro que Pemex contrató, con una cobertura de 500 millones de dólares, y ordenó reponer el proceso a las instancias que durante 2019 desecharon esta acción colectiva que interpuso la asociación civil Organización Nacional de Responsabilidad del Estado.

Nos la han hecho cansada y ya se nos complicó más porque los funcionarios ya no estánLeonardo Pérez / Hermano de Víctima

ZONA CERO, ABANDONADA

Aunque ya transcurrieron dos largos años desde que ocurrió la terrible tragedia, el dolor aún persiste entre habitantes de esta región.

En el sitio denominado zona cero, que se localiza en el área limítrofe de los municipios de Tlahuelilpan y Tlaxcoapan, el ambiente actualmente es desolador.

Algunas capillas y cruces aún tienen plasmados los nombres de las víctimas. Otras más ya no, pues el paso del tiempo, el medio ambiente e intemperie los han borrado parcial e irremediablemente.

Ya casi nadie viene al lugar durante estos días. Sólo esporádicamente llegan deudos de algunas de las víctimas del siniestro para recordar a sus seres queridos, en su mayoría habitantes de Tlahuelilpan y municipios circunvecinos como Tlaxcoapan, Atitalaquia y Tetepango.

Antes de limpiar el lugar y llevar flores como girasoles amarillos y rosas rojas, los familiares de las víctimas se dan tiempo de hacer una oración en silencio en su honor. Piden, entre lágrimas, a Dios y la Virgen de Guadalupe por su eterno descanso en paz.

El siniestro ocurrido en este municipio colindante con Tlaxcoapan, fue considerado el más grande del estado de Hidalgo durante sus 150 años de existencia. Las grandes llamas que alcanzaron más de treinta metros de altura envolvieron a decenas de personas.

“Acudí a este lugar para recordar a un familiar que murió en el incendio de hace dos años. Ese día fue muy trágico para mi familia y para mí, pues no sabíamos lo que pasaba realmente aquí” indicó una mujer, que prefirió omitir su nombre.

Los deudos de las víctimas tienen que seguir haciendo sus respectivas vidas, como ellos mismos dicen, aunque siempre llevarán el dolor y sufrimiento por ya no tener a sus seres queridos con ellos.

Tiempo después de acontecido el siniestro, dicen, se abrigaron en la religión para tratar de olvidar esta tragedia que enlutó, no solo sus respectivos hogares, sino también sus corazones y almas.


Con información de César Martínez




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