Javier Fernando Márquez Córdova, residente de la colonia Magisterial, ya no aguanta a sus vecinos debido a que a pesar de la pandemia realizan fiestas con música banda sinaloense en vivo, en plena vía pública.
Aunque llama al 911, las autoridades de plano no les hacen caso y éstos siguen con la fiesta, ya que alegan que los dueños están bien parados con el gobierno.
Las quejas de los vecinos van desde que tapan las entradas de sus cocheras con automóviles, hasta el ruido y la gritería de palabras altisonantes con alto contenido sexual que emiten, además, al irse, dejan una gran cantidad de envases y colillas de cigarro regadas por toda la calle.
Recordó que las colillas de cigarro son residuos peligrosos, biológico-infecciosos, que lanzan a otras propiedades, a las banquetas y a la calle sin ninguna consideración para los vecinos y transeúntes.
Y es que la fiesta no para en la esquina de avenida El Pípila y calle Río Churubusco, por lo que los vecinos no saben qué hacer a falta de respuesta de las autoridades municipales ante las denuncias al 911 y de no respetar las medidas de la “sana distancia” y de hacer reuniones con más de diez personas, que pueden representar multas de hasta 17 mil pesos.
Dicen que son departamentos, pero se mueven como locales comerciales, que se encuentra salida 1 metro, que en la década de los ochenta era una casa muy ostentosa, pero recientemente fue remodelada como locales comerciales, que cuenta con siete medidores.
“Los vecinos estamos muy preocupados y afectados porque esto no es de ahorita, toda la pandemia no la han respetado, tenemos luto en dos casas en la Río Churubusco, pero igual, eso no les importa”.
Mencionó que se trata de gente violenta, a pesar de que se trata de gente que al parecer trabaja en el sector Salud, porque puso una manta en su propiedad en la que ya no quieren fiestas y ya borrachos acudieron a su domicilio a querer discutir, por lo que no quieren que se haga una riña.
Y es que en la fiesta del pasado 21 de junio, llamaron hasta tres veces al 911 y nunca se aparecieron, al igual que en la del 30 de ese mes, en la que se amanecieron y en la que paradójicamente en la mañana, realizaron ejercicios de activación física, con la que emiten fuertes gritos.
Sospechan que en el lugar funciona una cocina clandestina, ya que no tiene anuncios, emite un fuerte olor a guiso, además de que han escuchado a las personas que ahí llegan, pláticas sobre la comida que llevan y que tienen que servir, aunque ahora con lo de la pandemia se ha detenido esta actividad.