Al realizar labores de fumigación sobre una parcela de algodón, una avioneta Piper, modelo 1965 se desplomó y explotó causando la muerte inmediata del piloto Juan Francisco Íñiguez González, quien maniobró sin poder evitar el impacto.
A sus 65 años, el experimentado fumigador aéreo empezaba apenas su jornada de trabajo sobre los campos agrícolas del ejido Pachuca, tras convivir con sus compañeros en tierra, subió al aparato y comenzó con un vuelo de reconocimiento sobre la zona.
Testigos narraron que la aeronave fue conducida por debajo de unos cables de energía eléctrica donde se enredó una de las alas por lo que giró en el aire y posteriormente se desplomó para luego explotar.
“Entró por el lado Sur de la parcela, pero al pasar por debajo de los cables la punta de un ala se enredó, lo hizo dar vueltas, cayó y se prendió, corrimos, pero cuando llegamos el avión estaba haciendo explosiones y no pudimos hacer nada”, narró aún sorprendido uno de los trabajadores.
Otro empleado del campo dijo haber escuchado solo un estruendo y posteriormente vio la avioneta en llamas en medio del sembradío de algodón.
“Fue rápido todo, cuando llegamos a donde estaba el avión ya estaba consumido por las llamas totalmente”.
El hecho se reportó a través del 911 a las 08:45 horas y fueron bomberos de la Estación 6 quienes lograron extinguir el fuego de la aeronave sin poder hacer nada por el piloto que ya había fallecido.
Peritos de Aeronáutica Civil de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes se presentaron en el lugar para tomar datos del accidente y posteriormente arribó Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado que levantaron el cuerpo después de más de siete horas de trabajo.
Tenía experiencia
A Juan Francisco lo apodaban cariñosamente “El Botas”, era residente del poblado Batáquez y desde hacía dos años trabajaba como piloto para la empresa Aerofumigaciones Mezquital, ubicada en el ejido Hermosillo.
Sus compañeros de trabajo lo refieren como una persona alegre, respetuosa y apasionado de la aeronáutica, oficio al que se dedicó toda su vida.
Juan Magaña Padilla, dueño de Aerofumigaciones Mezquital, indicó que era la única aeronave de la empresa, por lo que regularmente se le daba el mantenimiento que requería.
“Él tenía experiencia, era un trabajador tranquilo y nos bromeábamos, toda su vida había volado aquí en los campos del valle”.
El propietario de la empresa aseguró que cubriría los gastos generados por el accidente.