Después de probarlo por insistencia de sus amigos, “Pedro” (nombre ficticio) se enganchó de esta sustancia, aunque no lo ha hecho todavía una persona disfuncional, le ha provocado grandes males a su vida. Reconoce que su problema ha sido su adicción a la marihuana, el alcohol y la metanfetamina, ésta última lleva 20 años consumiéndola. “Mi adicción comenzó en mi juventud, a los 17 ó 18 años, recuerdo perfectamente que en una borrachera un 25 de diciembre, me fui con unas malas amistades a la colonia Progreso, donde me invitaron a consumir, yo andaba borracho y amanecido, y mis amigos me decían ´fúmale aquí y se te van a quitar todos los efectos de la borrachera´… y sí, así fue, en la primera bocanada de humo, mis efectos de borrachera y sueño se eliminaron por completo”.
Los efectos de ese primer contacto con la metanfetamina le duraron dos días, sentía demasiada energía, pero acepta que no le gustó el efecto de no poder dormir, de dar vueltas y vueltas a la cama sin poder conciliar el sueño, por lo que tenía una sensación de desgaste, así que al día siguiente tenía que volver a consumir para poder levantarse y reestablecer su energía. Así lo ha estado manejando durante 20 años, en la que ha estado en rehabilitación en seis ocasiones. Un día su madre lo metió a “las garras” de un Centro de Rehabilitación, que era manejado por adictos, que lejos de ayudar, buscan ellos sacar su resentimiento con el nuevo, a través del sometimiento, haciendo menos a las personas, además que piden las cosas de malas maneras.
Incluso eran amenazados que si se quejaban durante las visitas, le iban a hacer la vida imposible, esto no le importó y le dijo a su madre la situación y lo sacó de ese lugar, pero este resentimiento lo utilizó como incentivo para seguirse drogando, culpando a su madre de que lo había dejado en ese lugar. Posteriormente recurrió al engaño para conseguir dinero, lo que logró con éxito para seguir consumiendo droga. No se consideraba “malandrín”, ya que con el dinero que ganaba de su trabajo se podía mantener sus vicios.
En pareja
tuvieron un hijo, solo dejaron de consumir por dos semanas. Ella no trabajaba, se encargaba de la casa y de su hijo, ya que él siempre tuvo buenos trabajos, sin embargo ella al no poder dormir por las noches por el efecto de las drogas, sacaba todas esas energías para salir a robar, pero un día no llegó, debido a que fue detenida y cumplió su condena. Es por esto que tuvo que confesarle a su familia que seguía consumiendo drogas.
Su familia le apoyaría solo si se separaba de su pareja, que en ese momento se encontraba en la cárcel, a lo que finalmente accedió. Tuvo otra pareja que no consumía drogas, sin embargo, en ese lapso aumentó su consumo de alcohol, llegando a tomarse ocho caguamas diarias que combinaba con el “crystal”.
Su actual pareja sufrió las consecuencias de su adicción, llegándola a correr de su casa un mínimo de 30 ocasiones, pero el amor de ella hacia él la hacía regresar y su tozudez finalmente lo hizo entrar en razón y a rehabilitarse en Misión San Carlos, donde ha encontrado que puede tener un futuro feliz con su familia.