/ domingo 15 de octubre de 2023

Australia rechaza dar derechos a indígenas

El gobierno buscaba crear una reconciliación racial a través de un órgano que daría voz a los aborígenes

SÍDNEY. Los australianos rechazaron de manera clara en un referendo otorgar más derechos a los indígenas, bloqueando los planes de cambiar su Constitución, vigente desde hace 122 años, tras una campaña que mostró las profundas divisiones entre la mayoría blanca y los descendientes de los pobladores originarios.


La reforma habría creado un órgano asesor, llamado “Voz”, ante el Parlamento para evaluar leyes que afectan a comunidades indígenas y ayudar a abordar la profunda desigualdad social y económica.

En todo el país, con casi el 70 por ciento de los votos escrutados, hasta el cierre de esta edición, el “no” aventajaba al “sí” por un 60 por ciento a 40 por ciento. La cadena australiana ABC y otros canales prnnosticaron que la mayoría de los votantes de los seis estados de Australia votarían en contra de modificar la Constitución, de 122 años de antigüedad.

El primer ministro australiano, Anthony Albanese, que buscaba la reconciliación racial, trató de consolar a la minoría aborigen de su país.

“Quiero reconocer esta noche que, para muchos aborígenes e isleños del estrecho de Torres, esta campaña ha sido dura de llevar. Y este resultado será muy difícil de digerir”, declaró Albanese tras reconocer que el voto histórico había fracasado.

A pesar del apoyo del gobierno de centroizquierda, las encuestas de opinión daban escasas opciones de ganar.

Los partidarios de la propuesta creían que la inclusión de una voz indígena en la Constitución uniría a Australia y marcaría el comienzo de una nueva era. La oposición había criticado la medida, afirmando que divide, sería ineficaz y ralentizaría la toma de decisiones del gobierno.

Pese a que los sondeos apuntaban a una derrota, los indígenas australianos expresaron su malestar, ya que la mayoría blanca había rechazado la petición sobre un ajuste de cuentas con el sangriento pasado colonial. “Este es un resultado muy difícil”, afirmó el director de la campaña de Yes23, Dean Parkin.

“Hicimos todo lo que pudimos y vamos a volver a hablar de esto”, señaló.

Los pueblos aborígenes australianos, cuyos ancestros han vivido en el continente desde hace más de 60 mil años, conforman solo 3.8 por ciento de la población y han sufrido marcadas desigualdades desde la llegada de los primeros barcos con convictos británicos a Sídney hace 230 años.

Las encuestas indicaron que los australianos se interesan poco por los problemas de las comunidades indígenas.

CAMPAÑA DE DESINFORMACIÓN

En los días previos al referendo, la atención de los medios se centró tanto en los acontecimientos en Medio Oriente como en el debate político interno.

La campaña opositora logró ampliar los temores sobre el papel y la efectividad de la “Voz”, y llamó a votar “no” a todos los que dudaban.

El debate no estuvo exento de desinformación en internet y surgieron comentarios según los cuales esta iniciativa conllevaría confiscar tierras o implantaría un sistema de apartheid al estilo sudafricano, o que se trataba de un complot de la ONU.

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El líder indígena Thomas Mayo expresó su indignación por la campaña en contra, que fue respaldada por el líder de la oposición conservadora Peter Dutton.

“Han mentido al pueblo australiano. Esta deshonestidad no debe ser olvidada en nuestra democracia”, dijo.

Pero Dee Duchesne, de 60 años, voluntaria del no, afirma que está “luchando por mantener una capa adicional de burocracia fuera de nuestra Constitución”. A los que la llaman racista por entregar panfletos cerca de un centro de votación en Sídney, les asegura que no lo es.

SÍDNEY. Los australianos rechazaron de manera clara en un referendo otorgar más derechos a los indígenas, bloqueando los planes de cambiar su Constitución, vigente desde hace 122 años, tras una campaña que mostró las profundas divisiones entre la mayoría blanca y los descendientes de los pobladores originarios.


La reforma habría creado un órgano asesor, llamado “Voz”, ante el Parlamento para evaluar leyes que afectan a comunidades indígenas y ayudar a abordar la profunda desigualdad social y económica.

En todo el país, con casi el 70 por ciento de los votos escrutados, hasta el cierre de esta edición, el “no” aventajaba al “sí” por un 60 por ciento a 40 por ciento. La cadena australiana ABC y otros canales prnnosticaron que la mayoría de los votantes de los seis estados de Australia votarían en contra de modificar la Constitución, de 122 años de antigüedad.

El primer ministro australiano, Anthony Albanese, que buscaba la reconciliación racial, trató de consolar a la minoría aborigen de su país.

“Quiero reconocer esta noche que, para muchos aborígenes e isleños del estrecho de Torres, esta campaña ha sido dura de llevar. Y este resultado será muy difícil de digerir”, declaró Albanese tras reconocer que el voto histórico había fracasado.

A pesar del apoyo del gobierno de centroizquierda, las encuestas de opinión daban escasas opciones de ganar.

Los partidarios de la propuesta creían que la inclusión de una voz indígena en la Constitución uniría a Australia y marcaría el comienzo de una nueva era. La oposición había criticado la medida, afirmando que divide, sería ineficaz y ralentizaría la toma de decisiones del gobierno.

Pese a que los sondeos apuntaban a una derrota, los indígenas australianos expresaron su malestar, ya que la mayoría blanca había rechazado la petición sobre un ajuste de cuentas con el sangriento pasado colonial. “Este es un resultado muy difícil”, afirmó el director de la campaña de Yes23, Dean Parkin.

“Hicimos todo lo que pudimos y vamos a volver a hablar de esto”, señaló.

Los pueblos aborígenes australianos, cuyos ancestros han vivido en el continente desde hace más de 60 mil años, conforman solo 3.8 por ciento de la población y han sufrido marcadas desigualdades desde la llegada de los primeros barcos con convictos británicos a Sídney hace 230 años.

Las encuestas indicaron que los australianos se interesan poco por los problemas de las comunidades indígenas.

CAMPAÑA DE DESINFORMACIÓN

En los días previos al referendo, la atención de los medios se centró tanto en los acontecimientos en Medio Oriente como en el debate político interno.

La campaña opositora logró ampliar los temores sobre el papel y la efectividad de la “Voz”, y llamó a votar “no” a todos los que dudaban.

El debate no estuvo exento de desinformación en internet y surgieron comentarios según los cuales esta iniciativa conllevaría confiscar tierras o implantaría un sistema de apartheid al estilo sudafricano, o que se trataba de un complot de la ONU.

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El líder indígena Thomas Mayo expresó su indignación por la campaña en contra, que fue respaldada por el líder de la oposición conservadora Peter Dutton.

“Han mentido al pueblo australiano. Esta deshonestidad no debe ser olvidada en nuestra democracia”, dijo.

Pero Dee Duchesne, de 60 años, voluntaria del no, afirma que está “luchando por mantener una capa adicional de burocracia fuera de nuestra Constitución”. A los que la llaman racista por entregar panfletos cerca de un centro de votación en Sídney, les asegura que no lo es.

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