/ jueves 18 de agosto de 2022

#LoMásVisto2022 | Los machos también lloran

La violencia doméstica contra los hombres es una realidad, en todas sus vertientes, aunque es un problema que muchos no denuncian por miedo a la incredulidad o las burlas

Jorge X manifestaba emociones de tristeza, llanto, culpa y angustia por la violencia que había sufrido por parte de su exesposa.

Por supuesto, no es su verdadero nombre, éste queda protegido en el análisis pericial-psicológico que la psicóloga especializada en violencia familiar Arlette Romero Castro hizo sobre el caso.

Jorge X denunció que la mujer no lo dejaba ver a sus hijos y los usaba para controlarlo haciéndole que diera cada vez más dinero. Le gritaba y manipulaba constantemente sin llegar a golpearlo.

El documento refiere: "Se apreció que la relación familiar con Carmen Z (tampoco es su verdadero nombre) es una dinámica disfuncional, con una relación fluctuante, marcada por conflictos importantes y frecuentes donde sobresalieron cambios anímicos que determinan el actuar de la denunciada, presencia de violencia verbal, dominación psicológica, económica y emocional, además de una comunicación deficiente.

"Roles de género que en este caso precisan en el ideal masculino como proveedor y responsable de todo el núcleo, así como la falta de empatía, derivaron en el último evento de violencia que precede a la denuncia. Jorge X relató diversos eventos donde describió la impotencia que le ha causado el atravesar una investigación desequilibrada únicamente por el hecho de ser hombre, (...) siente impotencia y externa culpa por haberse salido de la casa y no estar con sus hijos".

Te puede interesar: Es difícil acreditar la violencia intrafamiliar en la CDMX

Es sólo uno de los casos que acontecen en México de violencia familiar contra hombres y que ilustra un fenómeno amplio y complejo. Éste en particular es cosa rara, pues fue denunciado ante autoridades.

Arlette Romero reflexiona sobre esta experiencia como parte de su trabajo de psicóloga perita. En su día a día pasa horas escuchando y analizando a hombres que reportan haber sido víctimas de violencia en todas sus modalidades en la Ciudad de México.

"Los víctimos", les dicen. El trabajo que ella realiza puede terminar aportando evidencia para sustentar casos judicializados.

Los tipos de violencia en contra de hombres que Arlette ha atendido son variados. La mayoría son adultos mayores maltratados por sus hijos, así como violencia física entre hombres en contra de hombres por riñas familiares.

Sin embargo, también hay casos de violencia ejercida por mujeres en contra de hombres. Alienación parental en la que se le niega ver a sus hijos luego de una separación, control económico y psicológico y, en casos extremos, violencia física.

"Hemos detectado muy poco maltrato físico entre parejas (de mujeres a hombres), y cuando lo hay es porque hay un antecedente de trastorno de la personalidad en la que ellas no tienen un control adecuado de sus emociones que también deviene de un historial de violencia familiar.

"Ellos, por su parte, aunque cada caso es diferente, son mucho de apegos emocionales y dependencia. De educaciones muy tradicionales en las que se idealiza a la familia, son de 'esta es la cruz que me toca cargar y cómo voy a deshacer a una familia'. Es complicado que puedan observar la violencia que están viviendo".

En el análisis que la perita hizo sobre el caso de Jorge X explica las causas:

Jorge X –escribe– se desenvuelve en una sociedad y cultura mexicana patriarcal, en donde tenemos roles de género bien establecidos y se da por hecho que el hombre es un generador de violencia dominante, además de tener que ser siempre un proveedor.

Este sistema –continúa– ha limitado la expresión emocional de los varones, por lo tanto los hombres tardan en denunciar o mayormente prefirieron no hacerlo con el fin de evitar la humillación o el señalamiento.

"A los hombres les da pena, les dicen 'cómo es que te pegaron si mides dos metros y tu mujer 1.60'. Son bien canijos entre ustedes, no les creen o hay burlas.

"Si te fijas, los términos para atacar a un hombre son equivalentes a decir que eres una mujer porque a las mujeres se les asume débiles, una persona que no tiene el valor para defenderse".

Machismo, el padre de la violencia

Para Arlette, la violencia hacia los hombres, ya sea ejercida por otros hombres o mujeres es resultado de la normalización de la violencia y de una cultura machista que la avala.

"Las violencias que yo he encontrado de una mujer a un hombre vienen desde ese mismo discurso patriarcal donde las mujeres asumimos que el hombre tiene que establecer ciertos roles. Eso a los hombres de alguna forma los castra, empiezan a sentirse inferiores y este sentido de inferioridad despierta las violencias y eso se lo vamos registrando a nuestros hijos".

En su libro autoexplicativo Ellos Hablan; Testimonios de hombres, la relación con sus padres, el machismo y la violencia, la periodista Lydia Cacho refiere que "el machismo es la idealización de la violencia como medio, como fin, como instrumento educativo y una trampa que normaliza lo inaceptable".

Según refiere la autora, avalada por expertos y testimonios de múltiples hombres, la violencia vivida desde la infancia como mecanismo de sumisión finalmente es replicada por ellos más tarde.

Por ejemplo, de acuerdo con el Inegi, en 2020 los hombres fueron los responsables del 80% de los delitos de lesiones registrados en México, del 74 por ciento de las amenazas y del 85% de los homicidios.

Al mismo tiempo, ellos sufrieron el 59 por ciento de las lesiones, el 51 de las amenazas y fueron el 87 por ciento de las víctimas de homicidio.

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Es decir, en términos generales los hombres son los principales violentadores pero también víctimas de la violencia en México.

"Todos los hombres que llegan con nosotros y han ejercido violencia también han vivido violencia", platica Julio César León Coronel, actualmente trabajando para el Tribunal Superior de Justicia del estado de Chihuahua, y quien recuerda que un hombre en México tiene el doble de probabilidades de morir violentamente que una mujer. "Lo que nos ha venido matando desde hace mucho tiempo es esta manera de ser hombres".

Terapeuta y perito en materia familiar, Julio César refiere que la violencia ha permeado en la sociedad como un valor de fortaleza cuando es mal entendida. Esto también es replicado por algunas mujeres que maltratan a hombres.

No obstante –apunta él– se sabe que apenas el 14 por ciento de las víctimas de la violencia familiar denunciada son hombres pero son ellos el 85 por ciento de los inculpados.

En cuanto a violencia familiar en particular, las mujeres son las más afectadas y lo son aún más cuando se observan los datos de violencia sexual y género.

"¿Qué me preocupa sobre este tema? A veces estos casos de violencia hacia los hombres pudieran tomarse como justificación para decir que hombres y mujeres estamos en la misma situación", refiere Julio César.

"Como hombres apenas estamos asumiendo la responsabilidad que nos corresponde respecto a nuestros ejercicios de violencia y no podemos caer en la justificación de decir 'es que las mujeres también son violentas'".

Como ejemplo, el profesional recuerda el reciente caso del actor estadounidense Johnny Deep en contra de su ex esposa Amber Heard, el cual acaparó la atención mediática por las condiciones de violencia que tanto él como ella ejercieron en contra del otro previo a su juicio de divorcio.

Para Julio César, el caso tomó relevancia actual en nuestra sociedad por el morbo y la polarización de las opiniones, pero también por ser un caso de una mujer maltratando a un hombre.

"Muchos hombres encuentran en el caso de Johnny Deep el ejemplo que venían buscando desde hace mucho para justificar su ejercicio de violencia, para decir 'a todos los hombres también nos violentan, es que todos somos Johnny'. La gente toma posiciones, pero la violencia no tiene partido", comenta.

"El caso no refleja la complejidad de una realidad como la nuestra, un país que tiene todavía muy arraigada una construcción apegada a roles estereotipados y machistas".

Arlette refiere que dictaminar sobre este tipo de casos es delicado. Muchas veces hombres que ejercen violencia hacia mujeres utilizan los mismos argumentos para presentarse ellos mismos como víctimas.

Por esto, la profesional es tajante sobre este fenómeno: aunque se crea escaso, sí existe, sin embargo, no justifica la violencia contra mujeres, la violencia ejercida en nuestra sociedad es prioritariamente ejercida por hombres y es resultado directo de una cultura patriarcal y machista.


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Deconstrucción

Para ambos expertos es necesario trabajar como sociedad en las masculinidades, erradicando todos los sentidos de violencia y, sobre todo, haciendo otro tipo de pactos entre hombres para que puedan expresarse cuando son víctimas.

En el caso de Julio, él lleva conversatorios a los que llama Círculos de Diálogo Transformativos en los que invita a hombres que provienen de contextos de violencia familiar o separación a reconocer sus errores, a replantear lo que significa ser hombre, y a reflexionar sobre cómo han ejercido y vivido la violencia.

Esto les permite a los hombres que Julio ayuda a restablecer relaciones rotas con hijos que estaban alejados tras un conflicto familiar, por ejemplo.

En el caso de Arlette, refiere que hombres más jóvenes han empezado a realizar un cambio, a los cuales despectivamente se les ha llamado "generación de cristal", pero que han sido los primeros en visibilizan las violencias que viven en los contextos laborales, familiares y de escuela.

"A nuestros hijos les podemos enseñar que no todo viene de los roles que se nos asignan por género. No porque atiendas las casa, porque paternes, significa que eres un mandilón", dice.

Según refiere Julio, la imposición de roles rígidos y estereotipados sobre lo que es ser hombre les dificulta adaptarse a realidades complicadas y a sanar en caso de estar heridos.

En el caso de las mujeres, las generaciones mayores han ido construyendo espacios para que éstas replanteen su rol en la sociedad. Es tiempo –dice Julio– de que suceda lo mismo para los hombres.

"Hay muchos hombres que defienden el modelo tradicional de masculinidad y me resulta sorprendente cómo podemos llegar a atrincherarnos y defender aquello que nos ha hecho tanto daño", dice.

"He aprendido en el trabajo con hombres es que muchas veces los hombres cargamos muchas chingaderas propias y ajenas que nos hacen la experiencia de ser hombres una experiencia muy pesada.

"Es hora que construyamos nuevos referentes de salud mental, espacios donde podamos reflexionar, cuestionar, solidarizar, empatizar, escuchar, sin burlas y sin vergüenza. Necesitamos desligarnos de aquellos hombres que sí siguen ejerciendo violencia".



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Jorge X manifestaba emociones de tristeza, llanto, culpa y angustia por la violencia que había sufrido por parte de su exesposa.

Por supuesto, no es su verdadero nombre, éste queda protegido en el análisis pericial-psicológico que la psicóloga especializada en violencia familiar Arlette Romero Castro hizo sobre el caso.

Jorge X denunció que la mujer no lo dejaba ver a sus hijos y los usaba para controlarlo haciéndole que diera cada vez más dinero. Le gritaba y manipulaba constantemente sin llegar a golpearlo.

El documento refiere: "Se apreció que la relación familiar con Carmen Z (tampoco es su verdadero nombre) es una dinámica disfuncional, con una relación fluctuante, marcada por conflictos importantes y frecuentes donde sobresalieron cambios anímicos que determinan el actuar de la denunciada, presencia de violencia verbal, dominación psicológica, económica y emocional, además de una comunicación deficiente.

"Roles de género que en este caso precisan en el ideal masculino como proveedor y responsable de todo el núcleo, así como la falta de empatía, derivaron en el último evento de violencia que precede a la denuncia. Jorge X relató diversos eventos donde describió la impotencia que le ha causado el atravesar una investigación desequilibrada únicamente por el hecho de ser hombre, (...) siente impotencia y externa culpa por haberse salido de la casa y no estar con sus hijos".

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Es sólo uno de los casos que acontecen en México de violencia familiar contra hombres y que ilustra un fenómeno amplio y complejo. Éste en particular es cosa rara, pues fue denunciado ante autoridades.

Arlette Romero reflexiona sobre esta experiencia como parte de su trabajo de psicóloga perita. En su día a día pasa horas escuchando y analizando a hombres que reportan haber sido víctimas de violencia en todas sus modalidades en la Ciudad de México.

"Los víctimos", les dicen. El trabajo que ella realiza puede terminar aportando evidencia para sustentar casos judicializados.

Los tipos de violencia en contra de hombres que Arlette ha atendido son variados. La mayoría son adultos mayores maltratados por sus hijos, así como violencia física entre hombres en contra de hombres por riñas familiares.

Sin embargo, también hay casos de violencia ejercida por mujeres en contra de hombres. Alienación parental en la que se le niega ver a sus hijos luego de una separación, control económico y psicológico y, en casos extremos, violencia física.

"Hemos detectado muy poco maltrato físico entre parejas (de mujeres a hombres), y cuando lo hay es porque hay un antecedente de trastorno de la personalidad en la que ellas no tienen un control adecuado de sus emociones que también deviene de un historial de violencia familiar.

"Ellos, por su parte, aunque cada caso es diferente, son mucho de apegos emocionales y dependencia. De educaciones muy tradicionales en las que se idealiza a la familia, son de 'esta es la cruz que me toca cargar y cómo voy a deshacer a una familia'. Es complicado que puedan observar la violencia que están viviendo".

En el análisis que la perita hizo sobre el caso de Jorge X explica las causas:

Jorge X –escribe– se desenvuelve en una sociedad y cultura mexicana patriarcal, en donde tenemos roles de género bien establecidos y se da por hecho que el hombre es un generador de violencia dominante, además de tener que ser siempre un proveedor.

Este sistema –continúa– ha limitado la expresión emocional de los varones, por lo tanto los hombres tardan en denunciar o mayormente prefirieron no hacerlo con el fin de evitar la humillación o el señalamiento.

"A los hombres les da pena, les dicen 'cómo es que te pegaron si mides dos metros y tu mujer 1.60'. Son bien canijos entre ustedes, no les creen o hay burlas.

"Si te fijas, los términos para atacar a un hombre son equivalentes a decir que eres una mujer porque a las mujeres se les asume débiles, una persona que no tiene el valor para defenderse".

Machismo, el padre de la violencia

Para Arlette, la violencia hacia los hombres, ya sea ejercida por otros hombres o mujeres es resultado de la normalización de la violencia y de una cultura machista que la avala.

"Las violencias que yo he encontrado de una mujer a un hombre vienen desde ese mismo discurso patriarcal donde las mujeres asumimos que el hombre tiene que establecer ciertos roles. Eso a los hombres de alguna forma los castra, empiezan a sentirse inferiores y este sentido de inferioridad despierta las violencias y eso se lo vamos registrando a nuestros hijos".

En su libro autoexplicativo Ellos Hablan; Testimonios de hombres, la relación con sus padres, el machismo y la violencia, la periodista Lydia Cacho refiere que "el machismo es la idealización de la violencia como medio, como fin, como instrumento educativo y una trampa que normaliza lo inaceptable".

Según refiere la autora, avalada por expertos y testimonios de múltiples hombres, la violencia vivida desde la infancia como mecanismo de sumisión finalmente es replicada por ellos más tarde.

Por ejemplo, de acuerdo con el Inegi, en 2020 los hombres fueron los responsables del 80% de los delitos de lesiones registrados en México, del 74 por ciento de las amenazas y del 85% de los homicidios.

Al mismo tiempo, ellos sufrieron el 59 por ciento de las lesiones, el 51 de las amenazas y fueron el 87 por ciento de las víctimas de homicidio.

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Es decir, en términos generales los hombres son los principales violentadores pero también víctimas de la violencia en México.

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No obstante –apunta él– se sabe que apenas el 14 por ciento de las víctimas de la violencia familiar denunciada son hombres pero son ellos el 85 por ciento de los inculpados.

En cuanto a violencia familiar en particular, las mujeres son las más afectadas y lo son aún más cuando se observan los datos de violencia sexual y género.

"¿Qué me preocupa sobre este tema? A veces estos casos de violencia hacia los hombres pudieran tomarse como justificación para decir que hombres y mujeres estamos en la misma situación", refiere Julio César.

"Como hombres apenas estamos asumiendo la responsabilidad que nos corresponde respecto a nuestros ejercicios de violencia y no podemos caer en la justificación de decir 'es que las mujeres también son violentas'".

Como ejemplo, el profesional recuerda el reciente caso del actor estadounidense Johnny Deep en contra de su ex esposa Amber Heard, el cual acaparó la atención mediática por las condiciones de violencia que tanto él como ella ejercieron en contra del otro previo a su juicio de divorcio.

Para Julio César, el caso tomó relevancia actual en nuestra sociedad por el morbo y la polarización de las opiniones, pero también por ser un caso de una mujer maltratando a un hombre.

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Esto les permite a los hombres que Julio ayuda a restablecer relaciones rotas con hijos que estaban alejados tras un conflicto familiar, por ejemplo.

En el caso de Arlette, refiere que hombres más jóvenes han empezado a realizar un cambio, a los cuales despectivamente se les ha llamado "generación de cristal", pero que han sido los primeros en visibilizan las violencias que viven en los contextos laborales, familiares y de escuela.

"A nuestros hijos les podemos enseñar que no todo viene de los roles que se nos asignan por género. No porque atiendas las casa, porque paternes, significa que eres un mandilón", dice.

Según refiere Julio, la imposición de roles rígidos y estereotipados sobre lo que es ser hombre les dificulta adaptarse a realidades complicadas y a sanar en caso de estar heridos.

En el caso de las mujeres, las generaciones mayores han ido construyendo espacios para que éstas replanteen su rol en la sociedad. Es tiempo –dice Julio– de que suceda lo mismo para los hombres.

"Hay muchos hombres que defienden el modelo tradicional de masculinidad y me resulta sorprendente cómo podemos llegar a atrincherarnos y defender aquello que nos ha hecho tanto daño", dice.

"He aprendido en el trabajo con hombres es que muchas veces los hombres cargamos muchas chingaderas propias y ajenas que nos hacen la experiencia de ser hombres una experiencia muy pesada.

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