Con las ropas rasgadas, algunos todavía con heridas y una amarga experiencia a cuestas es como regresan a México los connacionales que son repatriados de Estados Unidos, el regreso a casa que es incierto, pero a la vez alentador.
Cada mañana elementos de la Patrulla Fronteriza llegan al cerco que divide a Mexicali y Calexico, ahí hace bajar de su unidad a un buen número de mexicanos cuyo equipaje cabe en una sencilla bolsa de plástico.
En cuestión de segundos, los connacionales ya están de vuelta en suelo mexicano y su recepción está a cargo de agentes del Instituto Nacional de Migración (INM).
Erik, con 18 años, vivió ayer el retorno luego de cinco días de permanecer encerrado en el centro de detención al que lo trasladaron los agentes de la Patrulla Fronteriza que lo capturaron justo después de cruzar el cerco con todo y los alambres que le rasgaron la ropa. Aunque dice haber corrido con todas sus fuerzas le fue imposible evadir a los agentes que le dieron alcance en medio de los campos agrícolas de Calexico.
Al principio me sentía mal porque estuve solo en un espacio, sin nadie más, luego me pusieron en una celda con 60 personas, todos de pie porque no había forma de estar sentado o acostarse en el lugar para dormir.
El joven originario de Veracruz buscaba llegar a Orange, California donde vive su padre y hermanos a quienes no ve desde hace 15 años.
Al llegar allá, su familia pagaría 7 mil dólares al “pollero”. Desde el momento en que pisó suelo mexicano, Erik pidió el apoyo del INM para volver a su natal Veracruz en donde espera trabajar o enlistarse al Ejército para no volver a intentar cruzar a E.U.