Para Alfredo García realizar el ritual de volar sobre el cielo para invocar a la lluvia y la abundancia es un verdadero orgullo, ya que generación tras generación su familia ha demostrado esta danza en lugares donde su cultura no es muy conocida.
El originario de Papantla, Veracruz, señaló lleva cinco años realizando esta actividad que data de la época prehispánica, la cual tiene el objetivo de honrar a la tierra para que ésta dé sus frutos.
Con los cuatro bailarines se invoca a los cuatro puntos cardinales que se dé la lluvia, lo cual representa una bendición para la tierra.
El baile lo realizan vistiendo un atuendo típico de la comunidad totonaca, como lo es la ropa blanca, que representa la flora y la fauna de la región. El rojo representa la sangre de sus antepasados tras la llegada de los españoles, lo cual generó muchas muertes en el proceso de conquista, explicó Alfredo.
Los flecos amarillos representan los rayos del sol, además portan un penacho con flores, las cuales también representan la vegetación. Los espejos del penacho representan los portales entre la tierra y lo sagrado, el abanico que tiene en la parte superior son los colores del arcoiris, elemento que aparenta caer a la tierra después de llover.
La pieza de música que tocan con flautas y tamboras se le llama sol. Primero se baila el son del perdón, con el fin de pedir permiso de subir al tronco y que no pase nada malo.
El volador de Papantla consideró que realizar esta actividad no es un riesgo, dado que “la práctica hace al maestro”.
“Al principio me dio un poco de miedo, pero se acostumbra uno, con la práctica ya no se siente nada, además es una herencia familiar, mi papá fue volador y mi abuelo también y ahora yo sigo la tradición”.