Después de un largo recorrido desde Centroamérica hasta llegar a Mexicali, Heber Antonio Castro, un hondureño de 26 años, logró encontrar un respiro al detenerse por un momento en espera de ver qué es lo que viene.
Él junto con otros migrantes de Honduras, Guatemala y El Salvador que se refugian en el albergue Alfa y Omega, ubicado en el Centro de la Ciudad, ya se encuentran trabajando en diversas maquiladoras de aquí y del valle.
Heber llegó en abril pasado y desde hace unas semanas labora en una empresa de reparación de celulares, de ayudante en diversas labores.
Todos los días pasan por él, y por cinco compañeros, más a las 5:00 horas y a las 6:00 horas comienzan a trabajar; su jornada termina a las 15:00 horas y una hora después ya está descansando en el albergue.
“Yo salí de mi país con el propósito de ayudar a mi madre a salir adelante, esa es la intención si Dios lo permite”.
Es originario del departamento de Atlántida, Honduras, una región tropical con poca población.
“Todo me ha salido bien, gracias a Dios. Estoy trabajando en una empresa, me abrieron las puertas ahí, ahorita estoy ahí luchando”.
Aunque su objetivo para salir de Honduras era llegar a Estados Unidos, por el momento, solo dice que todo se dará a su tiempo.