Mexicali, la capital de Baja California, vivió un verano sin precedentes durante la canícula del 2024, un periodo de 40 días que marcó un capítulo infernal en la historia climática de la región.
Las temperaturas alcanzaron niveles históricos, superando los 52 grados centígrados, convirtiéndose en uno de los veranos más calurosos jamás registrados.
La ola de calor fue tan intensa que provocó una alerta epidemiológica debido al alarmante número de muertes causadas por golpes de calor, con más de 35 fallecimientos reportados.
Ante la crisis, las autoridades locales activaron un plan de emergencia enfocado en la hidratación de las personas más vulnerables, especialmente aquellas en situación de calle.
Se instalaron varios puntos de hidratación por toda la ciudad, que se convirtieron en refugios temporales para quienes buscaban escapar del calor sofocante tanto de día como de noche.
A pesar de los riesgos mortales, la vida continuó para muchos trabajadores que, obligados por sus responsabilidades, se enfrentaron a las extremas temperaturas, exponiéndose a un peligro inminente de sufrir golpes de calor.
Este fenómeno puso de relieve la falta de opciones seguras para quienes no podían permitirse quedarse en casa.
En medio de la adversidad, las albercas públicas y privadas se convirtieron en el principal escape para las familias, especialmente para los niños, que buscaban desesperadamente una forma de refrescarse.
Sin embargo, este alivio temporal no mitigó el hecho de que la canícula de 2024 dejó una gran marca en los mexicalenses, recordándoles la gravedad y el aumento de temperatura cada verano y la urgente necesidad de aplicar medidas de adaptación y prevención.
Este verano histórico y alarmante ha subrayado la vulnerabilidad de la ciudad frente a las condiciones extremas del clima, llamando a la reflexión sobre las acciones necesarias para proteger a su población en futuros eventos similares.