/ miércoles 23 de mayo de 2018

Un estudiante responsable con la sociedad y los niños

Además de trabajar, Jaime estudia la Licenciatura en Criminología y da asesoría de clases de inglés a los niños que asisten al Centro de Desarrollo Humano Integral “Carranza” en la colonia del mismo nombre

La colonia Carranza se ubica en una zona humilde, donde todavía gran parte de sus vialidades no cuentan con pavimento, cordones o banquetas. Muchas de las viviendas que hay ahí no tienen cerco o bien sus residentes han improvisado la construcción de uno con tablas, láminas y partes de herrería en desuso.

En esta zona se encuentra el Centro de Desarrollo Humano Integral (CDHI) “Carranza”, espacio que permite a los menores que viven en zonas aledañas realizar actividades recreativas sin costo alguno, con el fin de prevenir que caigan en malos hábitos. Hay canchas y juegos infantiles en su exterior, pero también se imparten clases de manualidades, dibujo, cultura de belleza, entre otros cursos, con aulas refrigeradas. Asisten estudiantes universitarios que liberan su servicio social.

Uno de éstos es Jaime Salas Soto, quien estudia Criminología en el Centro de Estudios Superiores en Ciencias Penales. Este joven libera su servicio impartiendo asesorías de Inglés a los niños que asisten al CDHI a través del programa DARE después de clases, el cual ofrece una oportunidad de recreación al culminar sus estudios formales. Él ya cuenta con la experiencia para brindar este servicio social, dado que ha laborado anteriormente en la docencia.

Incluso este ambiente es más constructivo que el de las aulas de clases formales, afirma, ya que ahí los jóvenes van por gusto y no por una obligación. En este programa se aprende jugando, dijo, en donde busca presentar sus contenidos de una manera distinta a la tradicional, que es con libros y ejercicios en papel. Jaime lleva su propia computadora portátil al Centro, al igual que su tableta para que los niños puedan escuchar la lengua extranjera de manera natural. Este tipo de aprendizaje les permite aprender jugando, explicó, ya que por no ser una clase tradicional, al finalizar no se les evaluará con una calificación.

Además, cuando el clima lo permite, salen al patio para realizar ciertos ejercicios. “Al no haber calificación, te deja un rango abierto para hacer muchas cosas que a ellos les gusta”. Jaime no solo es estudiante, también labora en conocida empresa de telemarketing. Igualmente, debe velar por su hijo y por su madre, por lo que divide su tiempo balanceando la vida estudiantil con la laboral y en lo personal.

“El sistema educativo castiga el error con una mala calificación, con una reprobación, exhibir al alumno frente a los demás; en este ambiente están abiertos al error”.

La colonia Carranza se ubica en una zona humilde, donde todavía gran parte de sus vialidades no cuentan con pavimento, cordones o banquetas. Muchas de las viviendas que hay ahí no tienen cerco o bien sus residentes han improvisado la construcción de uno con tablas, láminas y partes de herrería en desuso.

En esta zona se encuentra el Centro de Desarrollo Humano Integral (CDHI) “Carranza”, espacio que permite a los menores que viven en zonas aledañas realizar actividades recreativas sin costo alguno, con el fin de prevenir que caigan en malos hábitos. Hay canchas y juegos infantiles en su exterior, pero también se imparten clases de manualidades, dibujo, cultura de belleza, entre otros cursos, con aulas refrigeradas. Asisten estudiantes universitarios que liberan su servicio social.

Uno de éstos es Jaime Salas Soto, quien estudia Criminología en el Centro de Estudios Superiores en Ciencias Penales. Este joven libera su servicio impartiendo asesorías de Inglés a los niños que asisten al CDHI a través del programa DARE después de clases, el cual ofrece una oportunidad de recreación al culminar sus estudios formales. Él ya cuenta con la experiencia para brindar este servicio social, dado que ha laborado anteriormente en la docencia.

Incluso este ambiente es más constructivo que el de las aulas de clases formales, afirma, ya que ahí los jóvenes van por gusto y no por una obligación. En este programa se aprende jugando, dijo, en donde busca presentar sus contenidos de una manera distinta a la tradicional, que es con libros y ejercicios en papel. Jaime lleva su propia computadora portátil al Centro, al igual que su tableta para que los niños puedan escuchar la lengua extranjera de manera natural. Este tipo de aprendizaje les permite aprender jugando, explicó, ya que por no ser una clase tradicional, al finalizar no se les evaluará con una calificación.

Además, cuando el clima lo permite, salen al patio para realizar ciertos ejercicios. “Al no haber calificación, te deja un rango abierto para hacer muchas cosas que a ellos les gusta”. Jaime no solo es estudiante, también labora en conocida empresa de telemarketing. Igualmente, debe velar por su hijo y por su madre, por lo que divide su tiempo balanceando la vida estudiantil con la laboral y en lo personal.

“El sistema educativo castiga el error con una mala calificación, con una reprobación, exhibir al alumno frente a los demás; en este ambiente están abiertos al error”.

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