Aunque la política del actual gobierno federal ha sido la de prohibir los transgénicos, estos han traído más beneficios que riesgos para la salud humana, además, la última generación se ha enfocado en incrementar sus nutrientes y componentes bioactivos.
Lo anterior lo manifestó el director del Instituto del Ciencias Agrícolas (ICA) de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), Daniel González Mendoza, al referir la prohibición que ha impuesto el gobierno mexicano a las semillas transgénicas, al considerarlas dañinas para la salud.
Comentó que en el caso del algodón, casi el 90 % de lo que se cultiva en el Valle de Mexicali es transgénico, y aunque ha habido algunas restricciones, éste se sigue cultivando, aclara que no tienen impacto a la salud y tampoco hay evidencia científica que pruebe que es dañina a los seres humanos.
González Mendoza expuso que el consumo de productos transgénicos puede generar alergias en una de cada 1 mil personas, es decir, es más probable que alguien presente una alergia al comer camarones o nueces, que por el consumo de alimentos transgénicos.
En lo que se refiere a la primera generación de semilla transgénica del algodón, se trata de la inserción de un gen externo, en este caso, de la toxina de una bacteria para controlar la plaga del gusano.
En este momento nos encontramos con la tercera generación de transgénicos, lo que implica que se puede trabajar con productos que incrementen los nutrientes y los compuestos bioactivos para mejorar la salud de consumidor, dijo.
Un ejemplo puede ser el tomate, se ha incrementado el contenido de licopeno, lo que aumenta la cantidad de antioxidantes, mientras que para el arroz dorado, se usa para incrementar sus niveles de betacaroteno para el consumo de los niños y su buen desarrollo.
En el maíz se han hecho experimentos con el amaranto, con el fin de que no se pierdan tantos aminoácidos en el proceso de nixtamalización, es decir, se trata de mejorar el nivel de la salud de la persona.
Mencionó que cuando se habla de transgénicos que dañan la salud, principalmente se refieren a aquellos destinados a sustituir a los plaguicidas, pero esto es la primera generación.
Sin embargo, esta primera generación de transgénicos también trajo un gran beneficio, aclaró, ya que con su introducción, a nivel mundial se redujo en un 30 % el uso de plaguicidas, lo que tuvo un gran impacto en el ecosistema, así como en la salud de la población.
Al haber menos interacción de plaguicidas en el ambiente, se evitó que estos siguieran contaminando los mantos freáticos, que la gente los consumiera al tomar agua, y se redujo el riesgo de exposición de quien lo aplicaba.
A final de cuentas, han sido más los beneficios de la utilización de los transgénicos, que los riesgos que estos han representado, expuso el catedrático de la UABC, aseveró el director del ICA de la UABC.
Maíz
González Mendoza comentó que en el caso del maíz, los transgénicos sí pueden ser utilizados para que sean consumidos por animales, de hecho, México le compra el maíz transgénico a Estados Unidos.
Al no ser Baja California, una tierra en la que haya maíz nativo, la entidad se usa como centro experimental para evaluar diferentes variedades, entre ellas algunas transgénicas, ya que no existe riesgo de que se pudiera contaminar a las variedades nativas.
Aclaró que en el ICA no se está haciendo ninguna investigación sobre el maíz, solo hacen estudios sobre la perspectiva de hacer más eficientes los insumos agrícolas, es decir, una agricultura de conservación, como es el uso de fertilizantes orgánicos, enmiendas orgánicas.
Lo anterior con el fin de disminuir los fertilizantes químicos y plaguicidas, aprovechar un mejor manejo del suelo, a eso es lo que se llama agricultura de conservación, para ello, los investigadores trabajan en coordinación con el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (Cimmyt).
En el Centro y Sur del país se habla mucho del riesgo de que se contaminen las variedades nativas del maíz con transgénicos, expuso, sin embargo, hay estudios que datan de 1994 que demuestran que desde ese entonces estas variedades nativas ya están contaminadas, cruzadas, aunque esto no es malo ni bueno.
Pero los transgénicos no solo se utilizan para las plantas, por ejemplo, la insulina es transgénica, lo que ha permitido abaratar sus costos, ya que en los años ochenta era lo más caro que había en el mercado, expuso González Mendoza.
