Una las tradiciones mexicanas y que marca el fin de las festividades decembrinas en el país es la celebración del Día de la Candelaria, que se conmemora hoy y además de contar con la costumbre arraigada de pagar los tamales por sacar el Niño de la Rosca de Reyes, lleva otra más emotiva y espiritual, vestir al Niño Dios con la mejor ropa y llevarlo a bendecir a la iglesia.
María del Carmen Hernández de Cruz, de 77 años, oriunda de Alvarado, Veracruz, ha llevado el legado de su madre Carmela Maldonado de vestir, arrullar, apadrinar y llevar al santuario al Niño Dios cada 2 de febrero.
“Mi madre, por allá de 1947, hacía los monitos, allá no se festeja como aquí el ‘Santa Claus’, allá es el Niño Dios y es muy importante”.
EL SIMBOLISMO
Esta fecha que simboliza la purificación de la Virgen se celebra 40 días después del nacimiento del Niño Jesús, cuya figura es llevada al templo junto a velas o candelas para ser bendecidas, con la creencia de que pueden ayudar en momentos difíciles.
Bajo el resguardo de sus padres, María del Carmen y sus seis hermanos han llevado a lo largo de su vida esta costumbre.
Ella después de contraer matrimonio y emigrar a esta frontera dio continuidad con sus cuatro hijos y hoy con sus nietos.
Múltiples representaciones del Niño Dios se pueden apreciar en la casa de esta veracruzana de la colonia Cuauhtémoc, una de ellas con más de 75 años de antigüedad, vestidas con ropones de gala adquiridos en la Ciudad de México y de las que cuenta con más de 25.
Para la familia Cruz Hernández esta fecha es doblemente significativa, pues un 2 de febrero el patriarca de la casa, Miguel Cruz Estrada, partió de esta tierra, sin embargo el arraigo de esta tradición familiar ha solventado la tristeza que dejó esta pérdida y se ha volcado en agradecimiento por todas las dádivas a lo largo del tiempo.
“Todas las cosas que ese niño representa, el amor, la justicia, la igualdad, la familia, porque Él nos ha unido y hay mucho qué agradecer, representa mucho agradecimiento, porque tengo una familia muy bonita”.
Hoy, reunidos en el atrio de la iglesia Mater Dolorosa, los hijos, yernos, nueras y nietos de doña María del Carmen se dispondrán para recibir la sagrada Eucaristía y la bendición al Niño Dios, plagada de buenas nuevas para este nuevo año en el que, como en los anteriores, seguramente habrá mucho por agradecer.
“Yo pienso que Dios dijo: ‘Estos hijos buenos se van a la tierra, pero estos cuatro son para esta señora’ y como ellos son buenos, han enseñado a mis nietos a quererme”.