“Mucha gente piensa realmente que es fácil hacer esto y no, no es algo fácil”, fueron las palabras de Eva María, quien desde hace varios años ofrece servicios sexuales como mujer trans en la zona centro de la ciudad y por medio de redes sociales.
Eva María, que es el nombre con el que ha deseado identificarse, admite que no es fácil ejercer esta labor, especialmente para una mujer trans, pues dijo haber recibido humillaciones y hostigamiento no solo de la sociedad y algunos clientes, sino de las otras trabajadoras sexuales.
En el marco del Día Internacional de las Trabajadoras Sexuales, conmemorado ayer, con un vestido negro, medias de red y tacones plateados, Eva María recuerda haber recibido malos tratos y hostigamientos; admite que muchos de sus conocidos no tienen idea sobre esta faceta de su vida, a pesar de que ella lo considera de lo más normal.
“Mucha gente dirá que porque no se dedica a otra cosa, ‘pudiste escoger un mejor camino’, pues fíjate que sí pude tomar otro camino, pero a veces la vida es tan complicada, tan difícil, que no hay para el sustento, no hay para comer y uno tiene que ponerse las medias bien puestas, los tacones, la peluca y pues, vámonos recio”.
Al preguntar cuáles fueron sus motivos para comenzar a practicar el llamado “oficio más antiguo del mundo”, Eva María recordó parte de su infancia cuando sus padres, por motivos que nunca logró entender, la dejaron al cuidado de un albergue temporal del DIF, donde permaneció hasta sus once años de vida.
A esa edad fue otorgada en adopción a una familia que, sin embargo, no contaba con el recurso suficiente para su manutención, por lo que Eva María se vio obligada a aportar dinero a la casa, lo que la llevó a practicar el sexoservicio con tan solo 16 años de edad como escort masculino, bajo el nombre de Alberto.
“No es nada fácil, mucha gente dirá ‘te montas a la cama, te subes’; no, no es algo fácil, la verdad; sinceramente, tienes que estar aguantando que el cliente está ‘periqueándose’, que se está metiendo drogas, que está tomando, equis cosa y estar uno ahí, es algo muy difícil”.
INSEGURIDAD Y HOSTIGAMIENTO
Sus primeros años en el sexoservicio, recuerda Eva María, fueron complicados, pues debía balancear su vida con un trabajo diurno y sus estudios, aguantando con la idea de poder salir adelante, si bien en ocasiones piensa que tal vez no fue la mejor decisión.
Los años que siguieron no estuvieron exentos de malas experiencias para Eva María, quien recuerda haber sufrido hostigamiento por parte de otras trabajadoras sexuales que se sentían amenazadas ante un nuevo rostro en la zona, además de que le solicitaron en varias ocasiones un cobro de piso.
Reconoce que algunos clientes, al descubrir que es una mujer trans, le gritan insultos homofóbicos, se niegan a pagar el dinero acordado o, en algunos casos, tienen actitudes violentas o problemáticas que obligan a las sexoservidoras a solicitar apoyo de las autoridades.
Si bien señala que en pocas ocasiones le tocó vivir una experiencia con clientes problemáticos, Eva María recuerda que hace pocas semanas un amigo suyo, también parte de la comunidad trans, desapareció en San Luis Río Colorado, Sonora, después de acudir a una cita relacionada con el oficio, caso por el que no se ha obtenido justicia.
“Se necesitan muchas cosas, pues vigilancia si la hay, gracias a Dios, he visto que aquí en zona centro hay muchas patrullas y todo eso, pero nunca es suficiente, uno nunca sabe realmente cuando vaya a pasar, cuando esto y lo otro, ya depende de una que traiga ciertas cosas para prevenir o algo”.
Aunque Eva María continúa prestando sus servicios en el centro de la ciudad, actualmente solo lo hace cuando necesita de mayores ganancias y admite que no es una labor que le interese continuar a futuro, sin juzgar a las personas que sí lo hacen.
SIN POLÍTICAS PÚBLICAS
A pesar de que engloba a un sector de la población sumamente vulnerable, en Mexicali no existen políticas públicas que regulen el “oficio más antiguo del mundo”, dejando de lado a sus practicantes, reflexionó la activista Altagracia Tamayo, directora de la asociación Cobina.
Comentó que la situación actual de las personas que practican el sexoservicio es crítica, pues no hay regulación o apoyo por parte de las autoridades para las trabajadoras y trabajadores sexuales.
“Podríamos hablar de muchas cosas y entrar en polémica de que no deben de existir, de que sí deben de existir, pero en realidad ahí están y no van a desaparecer por una varita mágica, entonces lo que tenemos que hacer es acercarles los servicios”, dijo.
Administradora de un Centro Comunitario ubicado en el centro de la ciudad, en conjunto con la Jurisdicción de Servicios de Salud, Tamayo ofrece de forma gratuita atención médica e insumos a quienes practican el sexoservicio, además de pruebas de detección de enfermedades de transmisión sexual como VIH, hepatitis, sífilis y otras.
Sin embargo, afirma que la falta de políticas públicas y la renovación del Centro Histórico no han dejado alternativas a los trabajadores sexuales, pues a pesar de que se ha intentado generar un reglamento para la actividad, no se ha podido lograr.
A esto se suma que algunos artículos del actual reglamento del Bando de Policía y Buen Gobierno, asegura, resultan lesivos para las personas que ejercen este oficio, olvidando que se trata de población vulnerable.
“No hay un reglamento municipal donde se le dé protección, sino que hay un reglamento donde a fuerzas las quieren sacar; ha habido siete intentos de hacer el reglamento, pero siempre ha sido nocivo, dañino para ellas, entonces hemos intervenido para que no acepten esas cosas, porque más que ayudarlas es etiquetarlas”.
En cuanto al trato de la policía municipal, Tamayo resaltó que si bien ya no es tan común que las aborden directamente o que sean detenidas, si lo hacen con sus clientes potenciales, a quienes algunos elementos intimidan y amenazan para extorsionarlos.
CAMBIOS
En el Centro Comunitario Cobina, Tamayo ofrece servicios a poco más de 200 personas que practican el sexoservicio, principalmente en el centro de la ciudad, aunque advierte que no son todas las que practican el oficio.
Resaltó que en los últimos años muchas personas han comenzado a utilizar el teléfono o las redes sociales para trabajar, intentando huir del trato de las autoridades, por lo que no es posible tener un conteo exacto.
“Antes las mirábamos, a todas las que están ahorita trabajando por teléfono junto con chicas trans no les podemos hacer los exámenes, porque ya están en sus casas, ese problema de salud lo agrandó Servicios Médicos Municipales; al quererlas regular no supo cómo, no tuvo una visión, no trabajaron muy de cerca con ellas”, afirmó.
LO OFICIAL
En este año la Dirección de Servicios Médicos Municipales, encabezada por Roger Valdez Trujillo, tiene contabilizadas 219 personas que han solicitado tarjeta sanitaria, la cual es obligatoria para que los trabajadores sexuales puedan laborar.
La tarjeta, que tiene un costo de 131 pesos en su primera emisión y es gratuita para aquellas personas que acuden a revisión periódicamente, implica un registro de la historia clínica de la persona, además de muestras de laboratorio para detectar diversas enfermedades de transmisión sexual.
Aunque Servicios Médicos Municipales solo atiende la cuestión ginecológica, Valdez Trujillo reconoce que se han detectado otro tipo de padecimientos en algunas de las personas que acuden por la tarjeta, tales como depresión, ansiedad y síndrome de estrés post-traumático.
“Hay otro tipo de padecimientos que no son comunes para la población en general; tienen básicamente muchos problemas psicosociales, que es por el tipo de trabajo que realizan, es algo que hemos querido tratar de abordar de una manera más eficiente”, admitió.