Después de haber adquirido el gusto por el lúpulo, Ana María Rizo Rodríguez, madre de los creadores de la cerveza mexicalense “Fauna”, se consolidó como cicerone después que se fundara esta empresa familiar y ahora vela para que todo opere de la mejor manera en el exitoso “Tap Room” ubicado en esta ciudad.
Aunque es nativa de Guadalajara, Jalisco, Ana María afirmó que cuando llegó a Mexicali hace 45 años batalló en adaptarse al estilo de vida que había en aquella época, sin embargo reconoció que ahora lloraría si la obligaran a irse, ya que ha vivido un feliz matrimonio del cual nacieron sus cuatro hijos: Luis, el maestro cervecero; Gerardo, quien reside en Irlanda; Gabriel, quien vive en Guaymas y Alejandro, el administrador de la cervecería. Cuando recién iniciaba su matrimonio a su esposo le ofrecieron trabajo en Mexicali, después ella lo alcanzó en esta tierra cálida para aquí crear una familia que ahora cuenta con un negocio familiar que además le ratifica la identidad cervecera a Mexicali.
Luis, el “brewer”, desde que iba en la prepa le gustaba leer libros de cerveza, lo cual al principio empezó como un pasatiempo, pero con el transcurso de los años él y Alejandro decidieron crear una empresa formal.
La madre de familia y química de profesión se negó atribuirse el éxito de la marca de la cerveza “Fauna”, ni tampoco de la sala de degustación, ya que afirma eso es un logro de su hijo mayor y el menor.
Ella se dijo ser una madre cariñosa y efusiva y a pesar de no tener la obligación de trabajar, le gusta colaborar en lo que sea que necesite el “tasting room” que se ubica entre la calle D y la avenida Francisco I. Madero, al pendiente de lo que necesitan los visitantes.
Yo no pensé que iba a involucrarme tanto, pero poco a poco me empecé a involucrar, de tal manera que ahora no me puedo zafar.
Al ser una de las responsables de la sala de degustación, Ana María comentó que la parte más difícil de atenderlo es tratarle de dar gusto a todas las personas, pero ella ama convivir con la gente y enseñarles un poco del amor que tienen sus hijos hacia el lúpulo con los que se hacen sus cervezas.