Desde hace unos días, Vladimir Kuznetsov, originario de Moscú, capital de Rusia, se hospeda dentro de un albergue de la zona centro de Mexicali en su intento por conseguir asilo político en Estados Unidos.
El joven de 26 años llegó a la ciudad junto con otros ocho varones rusos que también desean cruzar la frontera como refugiados, pues aseguran que son perseguidos por la alta represión que aqueja a su país bajo el gobierno de Vladimir Putin, el hombre que ha estado en el poder por dos décadas.
Ninguno habla español, pero comprenden un poco de inglés, por lo que se comunican utilizando un traductor en el teléfono celular.
Vladimir viajó solo dejando en Rusia a sus padres y hermanos, allá laboraba como taxista y reconoce que a quienes abandonan el país automáticamente se les consideran traidores.
LA RUTA
Su viaje fue vía aérea, de Moscú, Rusia, a Cancún, Quintana Roo y luego hacia Mexicali, con escala en la Ciudad de México.
“Todo el gobierno de Rusia está en control absoluto de Vladimir Putin, quien esté opuesto a esa ideología es reprimido; en Rusia hay buenas personas, pero están siendo reprimidas; Putin se otorgó el poder absoluto y en el país no puede ocurrir nada si él no lo aprueba”.
Para el migrante no es un orgullo decir que Rusia sea el país más rico si él y otros de sus ciudadanos no encuentran condiciones para poder llevar un buen estilo de vida.
El joven ruso dice estar consciente de que actualmente no es sencillo obtener el asilo político en Estados Unidos, pero esperará paciente su turno para presentarse ante las autoridades migratorias.
“Por ahora en México me siento seguro y el ambiente es calmado, la gente es amigable y te da una buena bienvenida”.
Vladimir y sus ocho compañeros de viaje comparten hospedaje con otros migrantes mexicanos y centroamericanos, la mayoría tienen como meta el asilo político y humanitario en Estados Unidos, pero para solicitarlo deben esperar en México.
Los responsables del albergue Alfa y Omega se comunican con este nuevo éxodo de migrantes a través de aplicaciones móviles de traducción y de ese modo pueden orientarlos y ofrecerles alimentos.
Los migrantes rusos podrían esperar uno o dos meses mientras llega su cita para solicitar el asilo político.
A finales del año pasado el mismo albergue recibió a una familia rusa que cruzó la frontera aparentemente con protección humanitaria.