Tijuana.- Se llamaba Luis Acosta Ojeda, tenía 25 años y su sueño era escalar el Monte Everest, sin embargo su vida acabó de manera intempestiva este sábado 15 de junio, mientras exploraba el Cañón de Guadalupe.
A tan corta edad, el joven ya había atravesado tres veces la Baja California, desde el golfo al Océano Pacífico. Conocía como nadie, cada rincón de la entidad. Su amor por la aventura y la naturaleza, era contagioso. Luis, decía que le gustaba estar en la montaña por que allá arriba uno podia estar más cerca de dios, en plenitud, lejos de todo, pero a un paso del creador.
“Su gran amor era su familia, el medio ambiente y el montañismo. llegó a subir el Pico de Orizaba en más de dos ocasiones y su sueño era alcanzar las cimas más altas del mundo, entre ellas el Everest”, recuerda su amigo, Alan Espinoza.
Su próximo viaje era a el Picacho del Diablo, la trigésima quinta montaña más alta de México, y la más alta de toda la península de Baja California. Pero la muerte lo alcanzó antes. En su hábitat, con su equipo de senderismo. En su tierra, en su agua, ahí terminó la corta, pero intensa vida de Luis.
“Quería ir a todos los lugares del mundo que tengan que ver con actividades de turismo de aventura, tenía planes para ir a África. Decía que el senderismo es una experiencia muy personal, porque aunque vayas con mucha gente, vas en tu intimidad y te ayuda a estar contigo mismo. Le gustaba hacer caminatas en solitario, era una persona alegre, siempre tenía una sonrisa para nosotros”, rememoró su ex compañero, Daniel Ortega.