Alexis Ayala, Ana Patricia Rojo, Julio Camejo y Juan Soler, representaron uno a uno un personaje con un color diferente que dejaba ver la personalidad de cada uno; destacaron en el escenario el amarillo, rojo, anaranjado, negro y azul.
El primero en arrancar aplausos a los presentes fue Ayala, quién reflejó sus inseguridades al sentirse perseguido, resultado de un suceso vivida en su niñez, sufriendo abusos por parte de un tío.
Monólogo que giró en torno a un confesionario, buscando la ayuda de un sacerdote. Cada una de las historias presentadas en dos funciones, lograron conmover y aleccionar a los presentes.
Ana Patricia Rojo interpretó dos personajes; por un lado se vistió de rojo contando la historia de una mujer que de día se dedicada a trabajar en un empresa de alimentos y por la noche era dama de compañía, quien al tiempo decidió cambiar el rumbo y formalizar una relación, pero el destino le tenía preparado algo inesperado. Por otro lado, también salió al escenario interpretando a una actriz muy famosa, con una vida perfecta, quien por algunos motivos se divorcia de su esposo y ella se da cuenta que le gustan las mujeres.
Los asistentes pudieron ver la transformación de Julio Camejo al interpretar a un travesti que busca ganarse la vida y vivir de manera fabulosa, provocando risas gracias a la interacción que tuvo con el público,.
El personaje más desagradable corrió a cargo de Juan Soler, el típico macho presumido, violento, que abiertamente incita su odio hacia todo aquello que tenga que ver con la homosexualidad. Sus inseguridades se esconden debajo de su homofobia, que finalmente lo hacen enfrentarse a una situación que nunca imaginó: tener un hijo gay.
A través de distintos sentimientos, los actores tratan de concientizar a la población sobre la reflexión, tocando temas como la adopción de parejas del mismo sexo, el matrimonio igualitario, la doble vida y la violencia.
Definitivamente la mejor manera para terminar de entender por qué la homofobia no es cosa de hombres.
