Tras cuarenta años que van de una veda de pesca de totoaba, no se ha realizado un estudio que indique cuánta repoblación se necesita de esa especie en el alto golfo de California y lo que ha implicado liberar estos peces que estaban en cautiverio al medio natural, por lo que urge un estudio que revele el impacto que ha tenido la veda con el paso de los años.
Martha Judith Román Rodríguez, bióloga de profesión e investigadora de tiempo completo en la Comisión de Ecología y Desarrollo Sustentable del Estado de Sonora, recordó que la autoridad exige por normatividad que las granjas productoras de esta especie liberen en el medio natural el 50% de su producción, sin embargo, realmente nunca se ha realizado un trabajo de investigación que indique la totoaba se necesite repoblar.
La única información que se tiene, dijo, es una gráfica que indicaba que en 1975 las capturas de totoaba eran menos de 50 toneladas anuales y ya de ahí se determinó la veda permanentemente en el Golfo de California.
A lo largo del tiempo se ha categorizado esa especie como en peligro de extinción, no obstante, no se ha realizado una verdadera evaluación que revele si es que ha mejorado su situación a lo largo de casi cuarenta años de veda, como para revelar que se necesita una repoblación.
Las tres granjas que producen totoaba en cautiverio liberan la mitad de su producción al mar como parte del proceso normativo, pero a pesar de ello no hay un estudio que indique cuánto se necesita liberar y lo que representa liberarlos a estos ejemplares que nunca han vivido en el medio natural.
“No se sabe el efecto que tendrá a largo plazo”, manifestó la experta.
Para Román Rodríguez, se necesitan dichos estudios, los cuales podrían ser determinantes para determinar si realmente es necesario continuar con la veda, así como para evitar el tráfico ilegal del buche de totoaba.
A los biólogos no les corresponde tomar esas decisiones, reconoció la investigadora, aún así, sí les corresponde brindar dicha información a la autoridad para que tome las medidas pertinentes para mejorar la política pública que prevenga el tráfico ilegal y además evitar la sobreexplotación de esa especie.
Por ejemplo, la experta consideró que debe de regularse la manera en que a la comunidad sí se le permite pescar la totoaba, después que se ampararon para evitar regirse bajo los criterios de la veda de pesca.
También se necesita un monitoreo biológico administrativo, el cual pueden realizar las personas que se dedican a la pesca.
“Es fortalecer las capacidades comunitarias para poder evaluar sus recursos. El monitoreo biológico lo hacemos los biólogos, pero también se pueden involucrar las personas de las comunidades. En lo administrativo, había un programa en el cual se capacitaba a la gente para que vayan registrando en tiempo real qué tanto está arribando en producción, para estar vigilando que la cuota se cumpla, pero que no solo lo haga la autoridad, también la gente”, expresó.
“Hasta ahora no hay alguna normativa, una ley que permita la comercialización del buche”.
En dicho proceso también se tiene que velar por la trazabilidad, es decir, que el comensal conozca de dónde viene la totoaba que está comiendo y que esta proviene de una fuente legal.