Sin temerle a los 177 kilómetros de distancia ni a los 8° centígrados de temperatura mínima, más de 1 mil centroamericanos caminan desde ayer de Mexicali hacia Tijuana.
El objetivo, llegar a la Unidad Deportiva “Benito Juárez” para reunirse con el resto de integrantes de la caravana migrante y una vez juntos dar el siguiente paso hacia Estados Unidos.
La noche del lunes fue pesada para los poco más de 500 que la pasaron al aire libre en la glorieta Morelos de la zona centro; pese a ello estuvieron en pie desde las 05:00 horas detallando la salida.
Con los primeros rayos del sol alrededor de las 06:30 niños en carriolas, mujeres y varones, algunos solos y otros en grupo iniciaron el trayecto, abandonaron la zona centro y llegaron hasta el Río Nuevo donde comenzaron a segmentarse.
Custodiados siempre por patrullas municipales y federales se les desvió por el paso a desnivel del distribuidor vial que los hizo llegar hasta la calzada Héctor Terán Terán.
Pararon en sombras y tiendas de autoservicio, y a las 10:40 horas los primeros grupos comenzaron a llegar a la carretera Mexicali-Tijuana, lo que fue un aliciente.
“Traemos los pies acalambrados pero si hemos caminado tanto no nos vamos a rendir ahorita”, dijo Wilmer, un joven de 16 años que viaja solo en la caravana.
APOYO CACHANILLA
Además del cansancio, a ese punto comenzó a manifestarse la solidaridad que distingue a los mexicalenses como José Torres Raya, que subió a unos 50 migrantes a su tractocamión para aligerarles unos cuantos kilómetros.
“Es mucho lo que tienen que caminar, me detuve y entendieron que podían subirse, se siente bien ayudar a la gente y lo que ellos viven también podría pasarnos a nosotros”, expresó el chofer de la empresa Chunitos Trucking.
Por su parte José Gómez, propietario del negocio “Gómez Autopartes”, instaló a la orilla de la carretera un tambo de agua y refrescos.
En la carretera se observaron otros vehículos y tractocamiones que accedieron a dar raites. En el kilómetro 20 de la carretera, a más de siete horas de haber iniciado el camino, los centroamericanos se encontraron con alimentos que sirvió la fundación “Fuera del Tazón”.
Una ración de spaghetti con carne y ensalada fue la comida para todos los que iban pasando a las faldas del cerro El Centinela; desde ese punto quedaban todavía más de 150 kilómetros por caminar.
La tarde comenzó a caer y tras 8 horas de caminata algunos contingentes empezaron a llegar al retén militar donde de nueva cuenta diversos tractocamiones accedieron a dar raites. La mayoría de los centroamericanos afianzaron el aventón hasta Tijuana.
LOS NIÑOS TRATAN DE SEGUIR EL PASO
Con tenis o huaraches, unos en carriolas y otros más sobre los hombros de sus padres, fue el caminar de decenas de niños centroamericanos que ayer dejaron Mexicali para trasladarse a Tijuana.
Los más afortunados encontraron raites en camiones de carga y al igual que los adultos debieron aferrarse no solo a las plataformas sino también al deseo de llegar a la meta.
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Kenett, hondureño de 2 años, despertó ayer a las 05:30 horas y salió del albergue en el que durmió con su mamá y hermanos para reunirse con sus compatriotas e iniciar la caminata a Tijuana.
“Soy una avispa y quiero volar”, dijo el niño cuando se vio rodeado de las cámaras en su carriola, pues su pijama de avispa captó atención.
Kenet recorrió al menos 40 kilómetros en su carrito, la misma distancia que caminó Junior, otro hondureño de 12 años que viaja junto a su padre en la caravana.
Me sentí mal un rato, tengo ampollas en los pies pero comimos y me sentí mejor, dijo Junior.
La misma realidad vivieron otros menores como Maicol, de 16 años, que aunque descansó en varios tramos los huaraches que usaba le causaron heridas en los pies.
El adolescente viaja solo en la caravana y a través de WhatsApp se comunica hasta Honduras con sus papás y hermanos.