/ domingo 5 de enero de 2020

Me conocen más por hacer política que por hacer guitarras: Valerio

Con tan solo 15 años de edad construyó su primer guitarra, se eso, ya hace casi 40 años, ya que no ha parado desde entonces

El luchador social, César Valerio Castillo, es heredero de una añeja tradición familiar, la fabricación de guitarras a mano, sin embargo, ha tenido que pasar la estafeta a su hijo, debido a que sufre de una enfermedad que inevitablemente terminará por paralizar todo su cuerpo.


Alejandro Domínguez/La Voz de la Frontera


Atendiendo su negocio “Taller de Guitarras Paracho”, ubicado en el Tianguis de la Hidalgo, a un costado de una conocida tienda trasnacional, Valerio Castillo se encuentra de buen humor haciendo lo suyo, recibiendo guitarras para reparar, y también promesas de gente que le llevará su instrumento para que lo revise.

“A mí me conocen más por hacer política que por hacer guitarras”, señala divertido mientras presume que se trata de una tradición familiar que data de varias generaciones, ya que su padres es el mero Paracho, Michoacán, donde se fabrican las mejores guitarras.



En la tradición, se nombra a un hijo para que siga con la fabricación de las guitarras, en este caso, su padre le pasó la estafeta debido a que de sus 3 hijos, él era el de mayor paciencia, pero también le puso la condición de que estudiara una carrera.

Aunque nació en Mexicali, César Valerio estudió la preparatoria en Paracho, Michoacán, donde aprendió más de cerca los secretos del tradicional instrumento de cuerda, sin embargo, fue en Mexicali donde estudió la carrera de Sociología en la UABC.

Fue en Paracho donde, con tan solo 15 años de edad construyó su primer guitarra, se eso, ya hace casi 40 años, ya que no ha parado desde entonces.


Alejandro Domínguez/La Voz de la Frontera


Se trata de guitarras de buena calidad, de excelente madera, fina, sólida, que puede ser de cedro, paloscrito, nogal, ojo de pájaro, rosa morada mexicana y rosa morada india, maple, ébano, cuya elaboración puede tardar un mes y medio en invierno, y 3 semanas en verano.

Explicó que en Michoacán están las mejores maderas del mundo, solo que al traerlas a Mexicali tienen que secarlas para adaptarlas al clima, para eso, solo tiene que ponerlas encima del techo de su casa, y listo.

César Valerio mencionó que una guitarra hecha de manera industrial puede costar 800 pesos, pero artesanal puede llegar hasta los 3 mil 500 pesos, esto, por la calidad de los materiales, así como el trabajo manual que implica.


Alejandro Domínguez/La Voz de la Frontera


En lo que es la boquilla, o el hoyo, el adorno que la circunda en una guitarra industrializada se trata de un vinil o calcomanía, mientras que en una artesanal, es un trabajo que implica la colocación de pequeños trozos de madera para formar una figura.

Sin embargo, hoy en día en muy poca la gente que encarga que construya una guitarra, compran una de fábrica, por ello agradece el consejo de su padre de que se pusiera a estudiar, ya que no es negocio, sino de mantener viva una tradición.

La enfermedad

César Valerio comentó que debido a su enfermedad ha tenido que pasar la estafeta a su hijo Ernesto, quien ya trabaja en el taller y se encuentra en proceso de aprendizaje.

Él, a pesar de su enfermedad sigue con el trabajo de fabricación y reparación de guitarras, sin embargo, ha tenido que hacer modificaciones, las mesas las ha tenido que hacer más bajas debido a que no puede elevar los brazos.

Sus malestares iniciaron durante 2017, pero fue en abril del 2019 cuando le diagnosticaron ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), más conocida porque la sufrió el divulgador científico Stephen Hawking.


Alejandro Domínguez/La Voz de la Frontera


Se trata de una enfermedad crónica de la cual no hay cura, pero la cuestión es que no hay medicina en México para tratar la enfermedad, por lo que ha tenido que hacer un pedido del medicamento denominado Riluzol, que lo venden en Inglaterra.

César Valerio comentó que tan solo el tratamiento para un mes del citado medicamento cuesta 53 mil pesos, con el que no se curará, sino que va haciendo más lento el desarrollo de la enfermedad, sin embargo, aún no le ha llegado.

Con el apoyo de un amigo, ha conseguido aceite de cannabidol, con lo que ha ganado un poco de movilidad, y le ha quitado el dolor de las articulaciones.

También acude a un grupo de apoyo en la ciudad de México que se reúne cada mes, sin embargo, desde abril del 2019 a la fecha solo ha acudido unas 3 o 4 veces, debido a que resulta demasiado caro el traslado, más cuando se trata de reuniones los fines de semana.

Con la enfermedad, César Valerio ha aprendido a valorar quienes son sus verdaderos amigos, ya que a pesar de que ayudó a mucha gente, se trata de personas que son de muy escasos recursos, otros, de plano, le han cerrado la puerta.



Unos más, que han ocupado cargos en el nuevo gobierno solo le dicen, “si estuvieras bien, te jalo conmigo”, pero señala que su enfermedad solo le deteriora los músculos, no el intelecto “ahí tienen a Stephen Hawking”.

Por lo pronto, César Valerio seguirá haciendo lo que más le gusta, seguir con la tradición michoacana y muy mexicana, la fabricación de guitarras hechas a mano, hasta que su cuerpo se lo permita.

El luchador social, César Valerio Castillo, es heredero de una añeja tradición familiar, la fabricación de guitarras a mano, sin embargo, ha tenido que pasar la estafeta a su hijo, debido a que sufre de una enfermedad que inevitablemente terminará por paralizar todo su cuerpo.


Alejandro Domínguez/La Voz de la Frontera


Atendiendo su negocio “Taller de Guitarras Paracho”, ubicado en el Tianguis de la Hidalgo, a un costado de una conocida tienda trasnacional, Valerio Castillo se encuentra de buen humor haciendo lo suyo, recibiendo guitarras para reparar, y también promesas de gente que le llevará su instrumento para que lo revise.

“A mí me conocen más por hacer política que por hacer guitarras”, señala divertido mientras presume que se trata de una tradición familiar que data de varias generaciones, ya que su padres es el mero Paracho, Michoacán, donde se fabrican las mejores guitarras.



En la tradición, se nombra a un hijo para que siga con la fabricación de las guitarras, en este caso, su padre le pasó la estafeta debido a que de sus 3 hijos, él era el de mayor paciencia, pero también le puso la condición de que estudiara una carrera.

Aunque nació en Mexicali, César Valerio estudió la preparatoria en Paracho, Michoacán, donde aprendió más de cerca los secretos del tradicional instrumento de cuerda, sin embargo, fue en Mexicali donde estudió la carrera de Sociología en la UABC.

Fue en Paracho donde, con tan solo 15 años de edad construyó su primer guitarra, se eso, ya hace casi 40 años, ya que no ha parado desde entonces.


Alejandro Domínguez/La Voz de la Frontera


Se trata de guitarras de buena calidad, de excelente madera, fina, sólida, que puede ser de cedro, paloscrito, nogal, ojo de pájaro, rosa morada mexicana y rosa morada india, maple, ébano, cuya elaboración puede tardar un mes y medio en invierno, y 3 semanas en verano.

Explicó que en Michoacán están las mejores maderas del mundo, solo que al traerlas a Mexicali tienen que secarlas para adaptarlas al clima, para eso, solo tiene que ponerlas encima del techo de su casa, y listo.

César Valerio mencionó que una guitarra hecha de manera industrial puede costar 800 pesos, pero artesanal puede llegar hasta los 3 mil 500 pesos, esto, por la calidad de los materiales, así como el trabajo manual que implica.


Alejandro Domínguez/La Voz de la Frontera


En lo que es la boquilla, o el hoyo, el adorno que la circunda en una guitarra industrializada se trata de un vinil o calcomanía, mientras que en una artesanal, es un trabajo que implica la colocación de pequeños trozos de madera para formar una figura.

Sin embargo, hoy en día en muy poca la gente que encarga que construya una guitarra, compran una de fábrica, por ello agradece el consejo de su padre de que se pusiera a estudiar, ya que no es negocio, sino de mantener viva una tradición.

La enfermedad

César Valerio comentó que debido a su enfermedad ha tenido que pasar la estafeta a su hijo Ernesto, quien ya trabaja en el taller y se encuentra en proceso de aprendizaje.

Él, a pesar de su enfermedad sigue con el trabajo de fabricación y reparación de guitarras, sin embargo, ha tenido que hacer modificaciones, las mesas las ha tenido que hacer más bajas debido a que no puede elevar los brazos.

Sus malestares iniciaron durante 2017, pero fue en abril del 2019 cuando le diagnosticaron ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), más conocida porque la sufrió el divulgador científico Stephen Hawking.


Alejandro Domínguez/La Voz de la Frontera


Se trata de una enfermedad crónica de la cual no hay cura, pero la cuestión es que no hay medicina en México para tratar la enfermedad, por lo que ha tenido que hacer un pedido del medicamento denominado Riluzol, que lo venden en Inglaterra.

César Valerio comentó que tan solo el tratamiento para un mes del citado medicamento cuesta 53 mil pesos, con el que no se curará, sino que va haciendo más lento el desarrollo de la enfermedad, sin embargo, aún no le ha llegado.

Con el apoyo de un amigo, ha conseguido aceite de cannabidol, con lo que ha ganado un poco de movilidad, y le ha quitado el dolor de las articulaciones.

También acude a un grupo de apoyo en la ciudad de México que se reúne cada mes, sin embargo, desde abril del 2019 a la fecha solo ha acudido unas 3 o 4 veces, debido a que resulta demasiado caro el traslado, más cuando se trata de reuniones los fines de semana.

Con la enfermedad, César Valerio ha aprendido a valorar quienes son sus verdaderos amigos, ya que a pesar de que ayudó a mucha gente, se trata de personas que son de muy escasos recursos, otros, de plano, le han cerrado la puerta.



Unos más, que han ocupado cargos en el nuevo gobierno solo le dicen, “si estuvieras bien, te jalo conmigo”, pero señala que su enfermedad solo le deteriora los músculos, no el intelecto “ahí tienen a Stephen Hawking”.

Por lo pronto, César Valerio seguirá haciendo lo que más le gusta, seguir con la tradición michoacana y muy mexicana, la fabricación de guitarras hechas a mano, hasta que su cuerpo se lo permita.

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