La piel es el órgano más grande que posee el ser humano y por ende es uno de los más delicados, por lo que cualquier mancha o lunar con aspecto extraño amerita una revisión médica, sobre todo si llegan a afectar la apariencia física para descartar que sean indicio de un problema grave.
Ramón Rojo López, especialista en dermatología, destacó que los lunares se clasifican de acuerdo a su aspecto con las características que se observan a nivel microscopio y tomando en cuenta su origen, además pueden ser planos, elevados, pediculares, interdérmicos, pecas, lentigos, manchas mongólicas, nuevos congénitos o adquiridos.
“En general, deben de ser de contorno regular, armonioso y geométricos de color café homogéneo, claro u obscuro con un tamaño pequeño, menor de 6 milímetros y sin evolución; toda modificación de forma, contorno, relieve, color y tamaño, es motivo de consulta médica”.
En estos casos, el especialista que se encargue de la evaluación determinará si es necesario indicar un tratamiento, mismo que dependerá de la benignidad o malignidad de la lesión.
“La piel es la frontera entre el medio ambiente externo, es el órgano más grande del cuerpo humano tanto en extensión como en peso, ya que mide aproximadamente un metro con 85 centímetros cuadrados y pesa 4 kilogramos”.
Una de las principales funciones de la piel es dar la protección contra la radiación ultravioleta mediante la pigmentación metlánica y la consiguiente absorción de la radiación.
El color de la piel depende fundamentalmente de la melanina, aunque también intervienen otros factores como la red vascular que se ubica debajo de la piel, además de otros pigmentos.
Para el tratamiento de las manchas y lunares, indicó el especialista, existen múltiples opciones de tratamiento como la aplicación de filtros solares para prevenir o evitar su progresión, así como cirugías y radioterapia, aunque siempre debe ser el médico tratante quien lo decida.