/ martes 17 de abril de 2018

Los invisibles

En Baja California hay más de 36 mil personas en pobreza extrema, según Coneval

En Mexicali hay un número incierto de personas que viven en las calles o que improvisan sus viviendas con materiales que se encuentran en la basura, viven de lo que pueden y no aspiran a más que conseguir el alimento para subsistir, eso sí, dicen que son gente honesta que no roba para vivir, son los invisibles, que muy pocas veces los vemos, pero que existen.

LA VOZ DE LA FRONTERA publicó hace unos días que según la Comisión Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), del 2012 al 2016 se redujo la pobreza en Baja California en un 8%, mientras la pobreza extrema en ese mismo período pasó de 2.7% al 1.1%. Es decir, traduciendo los porcentajes que nos da el Coneval, Baja California con una población de 3 millones, 315 mil 766 habitantes, según el censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del 2015, existen alrededor de 36 mil 473 personas en pobreza extrema. Aunque el estudio de la Coneval no establece porcentajes específicos para cada ciudad, si trasladamos ese porcentaje a Mexicali, con 936 mil 826 personas, según como se establece el censo del INEGI en el 2010, tenemos que existen aproximadamente 10 mil 305 personas en pobreza extrema en este Municipio.

Sin embargo, esto son solo suposiciones ya que el estudio de la Coneval solo se limita a la ciudad de Tijuana. Les llaman lumpen Cuando circulamos por las vialidades de Mexicali, poco nos fijamos lo que sucede en nuestros alrededores, sin embargo al viajar como pasajeros podemos percatarnos que existen en los alrededores de los bulevares personas que se encuentran en extrema pobreza, les llaman lumpen, individuos invisibles, socialmente marginados que han construido sus viviendas para guarecerse de las incrementes condiciones mexicalenses.

Son sus casas que han construido con materiales de desecho, sacados principalmente de la basura y que les sirven de resguardo. Esto puede ser muy evidente como es la vialidad James W. Stone, Río Nuevo y centro de transferencia Xochimilco, solo por citar algunos ejemplos.

Algunas se encuentran en recovecos que se han encontrado en viejas tuberías, otros han preferido la sofisticación de vivir a un lado de la laguna Xochimilco, eso sí, rodeados de una manada de perros, pero otros, de plano duermen en locales abandonados siempre con la amenaza de ser asaltados por adictos. Crean comunidad A un costado de la vialidad James W. Stone se ha creado una especie de comunidad en la que habitan más de una docena de individuos, varios de ellos, los más afortunados, han construido sus viviendas con plásticos, cartones, madera y cobijas y los demás, de plano duermen en plena intemperie. Viven en medio de la basura que ellos mismos han recolectado, comen lo que se encuentran y hasta almacenan alimentos no en las mejores condiciones, sino en medio de moscas y a merced de lo que les arroje el viento. Sin embargo, pueden darse el lujo de lavar su ropa e incluso alguno, hasta drogarse sin ningún pudor a plena luz del día.

Óscar Gutiérrez, oriundo de la Ciudad de México, tiene 3 meses viviendo en estas condiciones, ya que al haber crecido, su padre dijo que ya no lo podía mantener y hoy, duerme a la intemperie, comiendo lo que le regalan y haciendo chambitas de vez en cuando. Pedro Leyva llegó procedente de Sinaloa en el 2001, pero tiene seis meses en la comunidad. El alcohol hizo que perdiera a su familia, por lo que llegó sin nada. Para sobrevivir trabaja de lo que puede, consigue botellas de vidrio que vende cada una en 3 pesos a una persona que las usa para llenarlas de miel.

Aseguró que todos los que están ahí son personas nobles, no hay nada de rateros. José Montaño llegó apenas la noche del sábado procedente del Estado de Nayarit, está solo de paso, ya que espera irse a San José del Cabo, en Baja California Sur donde tiene unos hermanos. De buen humor, dijo que consiguió agua para lavar su ropa. Reciclador En tanto, Jorge vive sobre la vialidad Río Nuevo, casi enfrente del edificio de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), a un costado de una vivienda. Su casa consiste en cobijas, plásticos y cartones que ha apilado a la sombra de un pino salado. Al parecer vive en un basurero, sin embargo se trata de materiales que él recolecta, los separa y transporta por medio de un carrito que también ha construido, que se lo lleva jalando por medio de una cuerda y los vende a una recicladora que se encuentra a unos 1 mil metros de distancia. Dijo ser originario de Mexicali y que hace seis meses vive en esas condiciones, ya que perdió su empleo como cocinero de chicharrones, debido a una lesión que sufrió en el tobillo la cual no pudo atenderse por falta de Seguro Social, por lo que ahora recolecta materiales.

En el momento de la entrevista, Jorge se preparaba para llevar un cargamento de plástico, específicamente la parte que cubría los cinescopios de los televisores antiguos, pero de los que apenas obtendrá 20 pesos, ya que pagan a peso el kilo, cuando antes lo pagaban a 3 pesos. Mientras Carlos Alberto García, proveniente de Chiapas, es acompañado por Gloria Ruiz, de San Luis Río Colorado, Sonora, de quien dice, desde hace poco perdió la razón y él la cuida.

No tiene una vivienda por lo que duerme en unos locales abandonados del Centro Histórico, sin embargo no puede descansar, hay que estar alertas para que no les hagan daño, ya que entra mucho adicto, se drogan y luego se van. Muchas de estas personas pueden alimentarse debido a la caridad de los ciudadanos, sin embargo no aplican en muchas ocasiones para los programas sociales debido a que carecen de un domicilio fijo y credencial de elector, son los olvidados, los marginados, los lumpen, los que no tienen nada.

En Mexicali hay un número incierto de personas que viven en las calles o que improvisan sus viviendas con materiales que se encuentran en la basura, viven de lo que pueden y no aspiran a más que conseguir el alimento para subsistir, eso sí, dicen que son gente honesta que no roba para vivir, son los invisibles, que muy pocas veces los vemos, pero que existen.

LA VOZ DE LA FRONTERA publicó hace unos días que según la Comisión Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), del 2012 al 2016 se redujo la pobreza en Baja California en un 8%, mientras la pobreza extrema en ese mismo período pasó de 2.7% al 1.1%. Es decir, traduciendo los porcentajes que nos da el Coneval, Baja California con una población de 3 millones, 315 mil 766 habitantes, según el censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del 2015, existen alrededor de 36 mil 473 personas en pobreza extrema. Aunque el estudio de la Coneval no establece porcentajes específicos para cada ciudad, si trasladamos ese porcentaje a Mexicali, con 936 mil 826 personas, según como se establece el censo del INEGI en el 2010, tenemos que existen aproximadamente 10 mil 305 personas en pobreza extrema en este Municipio.

Sin embargo, esto son solo suposiciones ya que el estudio de la Coneval solo se limita a la ciudad de Tijuana. Les llaman lumpen Cuando circulamos por las vialidades de Mexicali, poco nos fijamos lo que sucede en nuestros alrededores, sin embargo al viajar como pasajeros podemos percatarnos que existen en los alrededores de los bulevares personas que se encuentran en extrema pobreza, les llaman lumpen, individuos invisibles, socialmente marginados que han construido sus viviendas para guarecerse de las incrementes condiciones mexicalenses.

Son sus casas que han construido con materiales de desecho, sacados principalmente de la basura y que les sirven de resguardo. Esto puede ser muy evidente como es la vialidad James W. Stone, Río Nuevo y centro de transferencia Xochimilco, solo por citar algunos ejemplos.

Algunas se encuentran en recovecos que se han encontrado en viejas tuberías, otros han preferido la sofisticación de vivir a un lado de la laguna Xochimilco, eso sí, rodeados de una manada de perros, pero otros, de plano duermen en locales abandonados siempre con la amenaza de ser asaltados por adictos. Crean comunidad A un costado de la vialidad James W. Stone se ha creado una especie de comunidad en la que habitan más de una docena de individuos, varios de ellos, los más afortunados, han construido sus viviendas con plásticos, cartones, madera y cobijas y los demás, de plano duermen en plena intemperie. Viven en medio de la basura que ellos mismos han recolectado, comen lo que se encuentran y hasta almacenan alimentos no en las mejores condiciones, sino en medio de moscas y a merced de lo que les arroje el viento. Sin embargo, pueden darse el lujo de lavar su ropa e incluso alguno, hasta drogarse sin ningún pudor a plena luz del día.

Óscar Gutiérrez, oriundo de la Ciudad de México, tiene 3 meses viviendo en estas condiciones, ya que al haber crecido, su padre dijo que ya no lo podía mantener y hoy, duerme a la intemperie, comiendo lo que le regalan y haciendo chambitas de vez en cuando. Pedro Leyva llegó procedente de Sinaloa en el 2001, pero tiene seis meses en la comunidad. El alcohol hizo que perdiera a su familia, por lo que llegó sin nada. Para sobrevivir trabaja de lo que puede, consigue botellas de vidrio que vende cada una en 3 pesos a una persona que las usa para llenarlas de miel.

Aseguró que todos los que están ahí son personas nobles, no hay nada de rateros. José Montaño llegó apenas la noche del sábado procedente del Estado de Nayarit, está solo de paso, ya que espera irse a San José del Cabo, en Baja California Sur donde tiene unos hermanos. De buen humor, dijo que consiguió agua para lavar su ropa. Reciclador En tanto, Jorge vive sobre la vialidad Río Nuevo, casi enfrente del edificio de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), a un costado de una vivienda. Su casa consiste en cobijas, plásticos y cartones que ha apilado a la sombra de un pino salado. Al parecer vive en un basurero, sin embargo se trata de materiales que él recolecta, los separa y transporta por medio de un carrito que también ha construido, que se lo lleva jalando por medio de una cuerda y los vende a una recicladora que se encuentra a unos 1 mil metros de distancia. Dijo ser originario de Mexicali y que hace seis meses vive en esas condiciones, ya que perdió su empleo como cocinero de chicharrones, debido a una lesión que sufrió en el tobillo la cual no pudo atenderse por falta de Seguro Social, por lo que ahora recolecta materiales.

En el momento de la entrevista, Jorge se preparaba para llevar un cargamento de plástico, específicamente la parte que cubría los cinescopios de los televisores antiguos, pero de los que apenas obtendrá 20 pesos, ya que pagan a peso el kilo, cuando antes lo pagaban a 3 pesos. Mientras Carlos Alberto García, proveniente de Chiapas, es acompañado por Gloria Ruiz, de San Luis Río Colorado, Sonora, de quien dice, desde hace poco perdió la razón y él la cuida.

No tiene una vivienda por lo que duerme en unos locales abandonados del Centro Histórico, sin embargo no puede descansar, hay que estar alertas para que no les hagan daño, ya que entra mucho adicto, se drogan y luego se van. Muchas de estas personas pueden alimentarse debido a la caridad de los ciudadanos, sin embargo no aplican en muchas ocasiones para los programas sociales debido a que carecen de un domicilio fijo y credencial de elector, son los olvidados, los marginados, los lumpen, los que no tienen nada.

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