Las ‘’Wipers’’ se van temprano del sobreruedas por el calor

Las señoras Widil y Esmeralda Dena Bañuelos levantan temprano su puesto en los sobrerruedas para “ganarle” a las altas temperaturas.

Mariela Tapia

  · miércoles 19 de junio de 2019

Foto: César Valdez

Para evitar verse afectadas por el calor, las señoras Widil y Esmeralda Dena Bañuelos deben de levantar temprano su puesto en los sobrerruedas para “ganarle” a las altas temperaturas.

Se trata de dos hermanas que se dicen llamar las “Wipers”, como limpia parabrisas en inglés, dado que donde “jala una, jala la otra”, explicó Widil.

Ellas residen en la colonia Santa Isabel y viven de la venta que recaban de algunas verduras y especias en los sobrerruedas de la Colonia Independencia, Carbajal, Constitución y Prohogar.

Widil comentó que es residente de Los Santorales, de donde debe salir a las 6:00 horas a más tardar para poder montar todo el puesto a las 8:00 de la mañana.



Cuando realmente hace calor procuran ir levantando entre las 11:00 y 11:30, ya que reconoció que al ser ambas “mayores” no deben de exponerse tanto a las inclemencias del verano.

Es la temporada de vacaciones cuando tienen menos venta, opinó, ya que es cuando la debe de invertir en las vacaciones, las inscripciones de los hijos, los materiales escolares y hasta la “cuesta” de agosto.

“Porque la gente cuando tiene dinero, sale, aunque haga calor; y si no tiene dinero, ¿para qué sale?”.



De broma, su hermana Esmeralda comentó que personas de la “camada” de ellas deben de consumir Complejo B y Naproxeno para sentirse bien mientras atienden el puesto.

También ayuda que salen de casa después de haber desayunado bien y en el sobreruedas comen tacos de otro vendedor ambulante, como ellas.

“Para sobrevivir (del calor) en el sobreruedas no hay como…no venir”.

Su puesto está resguardado por una lona gruesa que está bastante alta, lo cual evita que se transfiera el calor debajo de la misma, además que cargan con mucha agua y cuando ingresa el “verdadero” verano, también traen suero.



Una vez que termina la venta, se regresan a sus respectivos hogares en los Santorales, buscando refrescarse para mitigar el esfuerzo de haberse levantado temprano y estar expuestas a la intemperie.

“Yo ando de malas naturalita, pero con el calor también llegamos directo a bañarnos y a la refrigeración”.