LA VOZ DE LA FRONTERA documentó en marzo de este año, cómo la pesca furtiva de la totoaba es un jugoso negocio que se desarrolla en las penumbras de la noche, pero también a plena luz del día, con la complacencia de las autoridades de todos los niveles.
En una nota informativa y en una fotografía captada por personal de esta casa editora se evidencia que la pesca y el tráfico de los órganos de la totoaba no es un secreto a voces, sino una actividad que se lleva a cabo ante la vista de todos.
La totoaba es un pez endémico del Golfo de California prohibido para extraerse del mar desde 1975, pero que posee una vejiga natatoria -o buche que es objeto del deseo en Estados Unidos y China donde se le reconoce como un alimento curativo e incluso como un efectivo potencializador sexual.
En San Felipe es por todos conocido que quien extrae totoaba recibe un pago de por lo menos 4 mil dólares por cada kilo de buche.
En una noche normal es sencillo notar la presencia de camionetas 4x4 que llevan lanchas o pangas a la orilla de la playa.
Ahí los pescadores furtivos ingresan al mar y la camioneta se retira; en cuestión de minutos vuelven a encontrarse y desde la lancha se traspasan mano a mano las totoabas que luego serán abiertas para extraerles el buche.
La actividad se mantiene hasta poco antes del amanecer y es notoria no solo por los habitantes para quienes ya es cotidiano, sino también para los turistas que desde los hoteles perciben el ruido de los motores de las camionetas y las lanchas.