Desde hace poco más de 4 meses, José Roberto Ayala de 55 años, llegó a esta capital proveniente de Honduras, huyendo de la delincuencia e inseguridad que azota su País, ahora está en espera de la cita con las autoridades aduanales que lo atenderá en pleno 24 de diciembre, ya que ha solicitado asilo.
Es por ello que se encomienda a su papito Dios, y espera como regalo de Navidad que lo dejen entrar a los Estados Unidos.
Mencionó que ha dejado en Honduras a su esposa Iris, así como a dos hijas, Catherine y Yelly, de 36 y 21 años respectivamente, además de 4 nietos.
La inseguridad en el país Centroamericano se ha tornado insoportable, dijo, por lo que decidió irse, cruzar todo México en tren y llegar hasta Mexicali, donde dice, lo han tratado muy bien en el albergue El Hijo Pródigo, donde no le falta el alimento ni la ropa.
En Honduras era motorista, o chofer de microbús, pero un día los delincuentes le ordenaron que trabajara para ellos los sábados y domingos, llevando a los parientes de éstos, a las visitas familiares en el penal de la zona, de lo contrario, pagaría muy caro las consecuencias.
Es por ello que decidió tomar sus cosas y salir de ahí, reunirse con su hijo de 26 años que se encuentra en Estados Unidos en calidad de refugiado por las mismas circunstancias.
Recordó que las navidades son muy bonitas en Honduras, aunque debido a la pobreza, no dan tantos regalos como aquí, sin embargo, se reúne la familia y los amigos, preparan tamales y torrejas, que es un pan cubierto de huevo y remojado en piloncillo.
Para Navidad llamará a su familia esperando que se encuentren bien, aunque reconoce que en caso de que le otorgan el asilo, no mandará traerse a su esposa, ya que el recorrido es largo y peligroso.