Los impuestos a los refrescos y sodas han reducido su consumo en México, con la aplicación del gravamen estos se redujo el consumo de este tipo de bebidas, lo cual demuestra lo efectivo del impuesto para incentivar la ingesta de agua simple y con ello, el cambio en el estilo de vida de las personas hacia hábitos mucho más saludables en tiempos de crisis, opinó el economista internacional Alejandro Díaz Bautista.
De acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Salud Pública es que se justifica que disminuyó el consumo de este tipo de bebidas.
Sin embargo, el también profesor investigador del Colegio de la Frontera Norte consideró que para que estos impuestos tengan mayor impacto en reducir la obesidad, deberían ir acompañados de otras medidas como asegurar el acceso a agua potable y alimentos saludables a la población.
También se debe implementar la regulación en la publicidad de alimentos y bebidas de acuerdo a los estándares internacionales, promoción de un etiquetado frontal simple que ayude a elecciones de alimentos saludables, campañas de comunicación educativa, al igual que estrategias de promoción de actividad física, entre otras medidas, advirtió.
“El impuesto a bebidas azucaradas es una medida recomendada por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico”.
Aunque han caído las ventas de los refrescos, se estima que México sigue siendo el principal consumidor con 132.9 litros per cápita por año, mientras que a escala mundial este indicador es de 30 litros por persona en el mismo periodo.
En 2013, cuando México estableció su impuesto del 10% sobre las bebidas azucaradas, el país era uno de los principales consumidores mundiales de refrescos y presentaba uno de los índices de obesidad en adultos más altos de las Américas.