El cultivo de una fruta, una legumbre lo vemos de manera lejana, en los campos agrícolas, en San Quintín, en el valle de Mexicali o en Valle de Guadalupe. Sin embargo hay quienes han buscado distintas maneras de contar con productos frescos en las propias urbes.
Una alternativa es la hidroponía, que es una forma de cultivo sin tierra y solo se usan soluciones acuosas con nutrientes o con sustratos estériles. En Tijuana hay restauranteros que han establecido sus huertos en sus propios negocios, pero uno en particular lo tiene sobre el techo de su restaurante.
Lechugas, flor de calabaza, fresas, naranjas, espinacas, crecen todos los días en la parte alta de su negocio.
Armando Rodríguez es el propietario del “Café Love”. Pero el negocio no inició como cafetería, sino como algo más sugerente.
Todo empezó como una tienda para adultos, para ayudar a las parejas a reencontrarse, pero la gente no venía mucho y por eso pusimos un café, vienen a platicar, a tomar café y pasan a la tienda. Fue el pretexto para atraerlos a la tienda y trabajamos con Javier González de Culinary Art School.
Casi todo lo que se usa es orgánico porque sus legumbres se cosechan en el techo, tuestan y muelen su café, el pan, todo. Sin embargo, el origen de todo fue la enfermedad de la esposa de Armando, un cáncer que la atacó.
Fue más complicado de lo que pensó y que la hidroponía era muy sencilla y pese a que empezó con poco, sufrió una primera decepción.
De entrada me contaron que me iba a caer una plaga y se iba a acabar todo el huerto, no lo creí, pero así sucedió. Fue muy triste, pero a partir de ahí empezó a madurar y comencé de nuevo.
Continuó su trabajo al colocar las plantas en fibra de coco, pero era insuficiente el espacio, por eso empleó, con permiso de los dueños de la plaza en la que se encuentra el negocio, el techo del negocio.
Sin embargo, había elementos a considerar porque colocar un huerto en esas condiciones exigía ligereza para no colocar peso. Dijo que la hidroponía era lo más viable.
Explicó que si un comensal desea una ensalada, pueden echar mano de la variedad de lechugas que tienen, además cuentan con arúgula, espinaca, acelga, romero, albahaca, menta, tomillo, flor de calabaza, fresa, naranja fumati, limón mayer, distintos tipos de chile, etc.
Las propuestas del menú se hacen de la mano con los chefs y deben contener los productos que hay en el huerto.
Ya tenemos una organización, crecimos un 45% el invernadero y podemos producir 1 mil 400 lechugas al mes, tenemos tomate creciendo, tumbamos una parte y lo vamos escalonando para que no nos falte nunca el producto.
Hubo un intento por surtir a otros restaurantes, pero no se logró. Comenzaron con “Misión 19”, pero fue muy poco debido a que no se pudieron comprometer porque deben cumplir sus necesidades primero.
Pero esto no desanima a Armando que ve esto ya como un capricho con el afán de regresar algo a la comunidad.
Queremos que la gente disfrute el ambiente, lo creamos para el disfrute. Creo que puede ser más rentable, apenas vamos con la publicidad que ha sido de boca en boca, es costoso sostener esto. Arriba son 300 metros cuadrados, pero lo que producimos es más o menos lo de 1 hectárea.