Tijuana.- Aproximadamente 10 personas que practican la religión musulmana están llegando Tijuana cada semana, de acuerdo con Sonia García, presidenta de la asociación Latinas Musulmanas.
La activista explicó que gran parte de ellas llegan a México desde Brasil, debido a que una organización las ayudó a abandonar Afganistán y los envió a ese país cuando las tropas norteamericanas abandonaron el país asiático y el régimen talibán tomó el control.
“No se quieren quedar en Brasil, están saliendo de Brasil y están viniendo a México. Llegan al albergue y aquí aplican para entrar a Estados Unidos mediante la aplicación CBP One”, añadió.
Sonia García dirige el albergue Assabil, especializado en recibir a personas que practican la religión musulmana, el único espacio en su tipo en todo el país y Latinoamérica que actualmente está cerca del máximo de su capacidad con 120 personas para sus 150 espacios.
“El albergue está enfocado en la limpieza del musulmán, a la comida, rezo. Son muchos protocolos que llevamos a diario: rezamos cinco veces, los hombres deben estar separados de las mujeres, no se toma alcohol, son especiales en ese aspecto, un albergue para musulmanes es muy diferente a un albergue regular”, detalló.
Explicó que muchas de las personas de origen áfgano que fueron trasladados a Brasil y posteriormente llegaron a Tijuana son familiares de quienes trabajaron para el gobierno estadounidense en Afganistán.
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“Se llevaron a los que eran importantes, pero dejaron a sus familias, en Afganistán el talibán estaba buscando a las familias. Muchos de ellos le pidieron a una organización que los sacaran, les ofrecieron Brasil, si no salían a Brasil iban a ser asesinados”, agregó Sonia García.
Sin embargo, la situación no dejó de ser peligrosa para los musulmanes que llegaron a Tijuana, pues en enero de este año el albergue Assabil recibió amenazas y exigencias de “cobro de piso”, por lo que fue necesario reubicar a las personas en situación de movilidad a un hotel, mencionó Sonia García.
La asociación denunció estas amenazas a autoridades norteamericanas y mexicanas, por lo que durante casi tres meses el albergue estuvo fuera de operación.
Reabrió sus puertas nuevamente entre finales de marzo e inicios de abril, sin que las autoridades pudieran identificar el origen de las amenazas, pero garantizando la seguridad de la comunidad, dijo Sonia García.
“El albergue está registrado en Estados Unidos. Tenemos derecho a que en Estados Unidos las autoridades den protección, así como en México, somos binacionales. Por lo tanto, tenemos derecho a que las autoridades estadounidense entren e investiguen qué fue lo que pasó y por qué recibimos las amenazas”, explicó.
Mientras el albergue estuvo cerrado, los migrantes de la religión musulmana eran ubicados por la asociación Latinas Musulmanas en hoteles de la ciudad.