Don Rubén Fernández proviene de una familia de comerciantes, su abuelo y sus tíos lo eran. Él desde Cuquío ya comerciaba, pelaba cocos, para irlos a vender al cine en charola.
Un día se fue a recolectar tomatillo que se da sólo en las milpas, salía de la escuela y se iba a pepenar 8 o 10 kilos que cargaba mientras caminaba por el centro del pueblo.
Un comerciante le ofreció llevarlo a Guadalajara (a cuatro horas de distancia) para vender su cosecha, unos 30 kilos de tomatillo; él iba cargado de otros productos como frijol y regresaba con refrescos, contó.
“Iba contento porque iba a conocer Guadalajara”. Al llegar al mercado conoció el negocio de comerciar verduras.
Con las ganancias de la venta compró un saco de elotes, cuando regresó a su casa los coció y se fue a venderlos.
Así don Rubén inició con un proceso de compra, venta, reinversión y utilidades, la formula precisa de lo que es hacer negocios.
EN MEXICALI
“Yo llegué aquí un 17 de abril, no se me olvida esa fecha…”, en aquella época su padre vendía tacos de cabeza y una señora le puso unos garrafones de agua de frutas para que él los vendiera.
“Al tercer día que yo llegué aquí me puse a vender agua fresca, mi sorpresa fue que yo ya vendí, termine, le entrego el dinero a la señora, cuando yo lave los garrafones me habla y me dice, ‘ven porque aquí está tu parte”.
“Mi sorpresa fue que fueron 35 pesos de ganancia era muchísimo, porque el salario mínimo era de 7 pesos, yo estaba ganando lo de una semana de un obrero… era una fortuna, (dije) ‘aquí está el clavo, ¿no?”. Platicó que en la calle Hidalgo estaba el Mercado 29, por la calle Aldama el "Braulio Maldonado".
Él vivía por la calle Hidalgo, ahí en una ramada se puso a vender fruta afuera de la casa, asociado con la señora que le puso el puesto de aguas frescas, hasta que se independizó y puso una frutería por su cuenta.
En 1968, recordó le fue muy bien por ser el año de las olimpiadas. Un productor del Valle de la Trinidad le pidió que le vendiera sandías, producto que tuvo mucha demanda, se lo llevaron a lo que era el Distrito Federal.
Eran muy buenas épocas, en Mexicali había mucho dinero, producción agrícola, braceros que iban a trabajar a Estados Unidos, era un flujo económico fuerte. Así empezó a crecer poco a poco, ahora en la calle Mina (143).
EL NEGOCIO EN LAS VENAS
Para Rubén Fernández, saber vender se trae y se aprende para mejorar y considera que es algo hereditario.
“Yo siempre he dicho, es cuestión de tener dedicación, trabajo y responsabilidad para que te funcionen las cosas”. Don Rubén hoy tiene seis hijos, la mayoría son profesionistas, “y les gustó el comercio también, porque aquí los tengo”.
“Los negocios a través del tiempo vas haciéndote de clientes, siempre y cuando des precio, tengas calidad y pongas atención; aquí nosotros hemos conjugado la producción, lo que es la agricultura y nuestro negocio”.
Además, consideró que debe identificarse qué es lo que hace falta en el mercado, “mientras el otro se da cuenta, tú ya los tienes vendiendo, es cuestión de visión, no esperar a que los traiga otros primero”.
En la agricultura incursionan con la producción de cebolla bola, chiles verdes en todas sus variedades; siembren hasta 50 hectáreas en el Valle de Trinidad y en el Valle de Mexicali, un poco de tomatillo. Se busca no comprar y vender, sino producir y comercializar y dar mejor precio.
En Frutería Fernández le venden a grandes cadenas regionales de Mexicali, valle y San Felipe; San Luis Río Colorado, Puerto Peñasco, hasta Sonoyta. “Desde una caja hasta un camión”.
Comentó que cuentan también con un banco de alimentos a través de los que ayuda a la gente de las colonias.
LA POLÍTICA
Don Rubén fue militante por muchos años del Partido Revolucionario Institucional, pero renunció hace cuatro años; luego fue candidato independiente.
Sobre la política, manifestó que, “siempre me ha gustado, ¿por qué me ha gustado?, porque conozco a mucha gente; yo represento a los comerciantes y es necesario muchas veces tener relaciones”.