A las hijas las violan, a los varones los absorbe el crimen organizado, y a las familias las despojan de sus viviendas, pertenencias y además los corren de sus tierras, esa es la situación que se vive al norte de Michoacán.
Les presentamos el testimonio de una madre migrante que fue desalojada bajo amenazas, le dieron 24 horas para salir sin razón alguna, donde solo pudo agarrar algo de ropa, la documentación y junto a sus tres hijos de 15, 13 y 7 años, fueron sacados de su poblado.
“Sentí feo, te preguntas, por qué tú, cuando tu no haces nada malo, siempre he trabajado para sacar a mis hijos adelante, pero llega alguien y te dice que te vas sin explicación alguna y tienes que dejar tus cosas y tus hijos con miedo”
“Nos sacaron por un lugar que no conocíamos, desterrada de mi propiedad y de mis cosas que hicimos con un sacrificio, ya una vez me sacaron a un lugar lejano e iban armados y no sabes si vas a volver, mientras dejaron a mi madre e hijos llorando, fue algo muy feo”, narró la madre migrante quien pidió el anonimato.
Al ser desalojada, viajó y trabajó por 9 meses en diferentes Estados, juntando dinero para ir avanzando poco a poco hasta llegar a Mexicali, donde desde hace tres meses radica en un el refugio Posada del Migrante de Cobina.
En entrevista exclusiva para LA VOZ DE LA FRONTERA, la madre detalló que el crimen organizado en su poblado amenaza a la gente, las desaparece y los residentes por miedo, deben de guardar silencio.
“Cuando cierran las carreteras no dejan pasar ni la comida, cuando llevamos un enfermos tenemos que hacer vuelta hasta 5 horas para tensión médica, además violan, desaparecen, te sacan y te tapan la cara y uno se calla por miedo, a un hijo lo amenazaron de levantarlo y a mi hija la acosaban (de 13 años de edad)”.
También explicó que los mismos agresores son los residentes del poblado, en ocasiones obligados por el crimen organizado donde son constantes las balaceras por pugnas del territorio en zonas como Nueva Italia, Churubusco, entre otros poblados.
LA ESPERANZA
Durante la entrevista, el sol superó los 42 grados centígrados, la humedad al 60% pero dentro del dolor y con las lágrimas a flor de piel, comenzó a reflejar un destello de sonrisa, pues al día siguiente tenía la cita en Estados Unidos para solicitar el asilo humanitario.
“De un día para otro pierdes todo, pero ya vamos para adentro”
La madre migrante preparaba la poca ropa y su hijo pequeño la abrazaba.
“Ellos todavía no entienden porque nos sacaron si nunca nos metimos con esa gente y no podemos regresar, pero ¿regresar para qué?, ¿a que nos maten?”, dijo al tiempo que caían las lágrimas.
Y agregó: “mi mamá allá está mal, está triste, se quedó con dos hermanos más pequeños, pero tengo la fe que un día vamos a traer, en Estados Unidos veo la oportunidad de sacar a mis hijos adelante, darles un mejor estudio, porque en Michoacán sólo tenía la posibilidad de ingresar a la organización”
“Hoy me siento feliz, porque voy con mis hijos y tengo en la mente traerme a mi mamá, porque allá no es agradable vivir con el miedo de estar entre dos organizaciones, es vivir con miedo, no es justo eso que vivimos”, finalizó, y se retiró, con la mente en conseguir el asilo humanitario en Estados Unidos en una nueva página de su vida.
Su testimonio es similar a la de decenas de mujeres que estaban ese día, en el mismo punto, huyendo de Michoacán.
SIN APOYOS
Altagracia Tamayo, administradora del albergue Posada del Migrante de Cobina, explicó que en su mayoría el flujo de familias provienen del estado de Michoacán.
Principalmente de madres solteras, y familias con uno, dos o más hijos, así como mujeres embarazadas; en el último mes dos de ellas dieron a luz en el albergue.
También comentó que los apoyos del gobierno fueron retirados tanto del Fondo del Migrante federal y estatal, porque a los grupos y asociaciones civiles de apoyo a migrantes los acusaron de desvíar los recursos.
“Me ofende de sobremanera que nos acusen a las asociaciones civiles que hacemos un trabajo que ellos no hacen”.
Un ejemplo de dinero mal gastado que ejemplificó Altagracia Tamayo fue el albergue que costó más de un millón de pesos que realizó la delegación de Alejandro Ruiz Uribe y que nunca se utilizó, además de que han detectado alimentos que se echan a perder y no las reparten.
De igual manera cuestionó al secretario de salud, Alonso Pérez Rico por no aplicar vacunas contra el Covid19 en los albergues de migrantes.
Criticó al gobierno federal de recibir con documentos a refugiados de Afganistán, mientras que a los migrantes mexicanos no les entregan credencial de identificación.
Recientemente el delegado federal en Baja California, Ruiz Uribe informó que no permitirán el paso de caravanas de migrantes a la frontera norte, sin que al momento informe de parte de la Federación, que se hace por los migrantes nacionales que viven con miedo, huyen en su propio país.