Hilario Correa Gutiérrez es el único residente del ejido Zacamoto. Él vive ahí desde hace 50 años y planea morir ahí, pese que no hay nadie más que resida en el poblado.
A él no le pesa, ya que no se siente solo gracias a sus perros, el “Negro”, el “Canelo”, el “Pan con Leche” y el “Capi”, el más viejo.
Antes vivía con su mamá, la señora Antonia, su hermano Antonio y su hermana Perfecta, por lo que cuando las autoridades ofrecieron mudarse a otra vivienda en lo que ahora es el fraccionamiento Renacimiento del Valle, a él no le atrajo la idea, ya que considera que las casas son muy pequeñas y no podría llevarse a todos sus perros.
Hasta el 4 de abril vivían cinco personas en su casa en el Zacamoto, en tres recámaras; en la del Renacimiento del Valle solo hay dos recámaras y una pequeña cocineta, por lo que él prefirió quedarse.
Hilario se dedica al riego de trigo, algodón, sudán o lo que esté de temporada, siempre buscando subsistir.
En su casa lo único que falla es el servicio de recolección de basura, pues las autoridades no van a atender todo un poblado para una sola persona, refirió el hombre, por lo que se hace la quema de los residuos.
Para comprar víveres se debe de trasladar al Renacimiento del Valle, en donde aprovecha para visitar a su familia. “Casi a diario voy”.
Hilario recuerda que el 4 de abril del 2010, cuando se suscitó el sismo se encontraba regando junto a la Junta de Mejoras.
Cuando estaba el movimiento era difícil mantenerse parado, sumado a que los canales de riego se reventaron.