En el debate sobre los personajes femeninos, las desarrolladoras buscan aumentar su presencia en la industria y las videojugadoras piden se les respete como tales, cada vez hay más voces y más diversas. Algo está cambiando y en este reportaje hemos decidido escudriñar en la industria y la cultura del videojuego para tener una visión global y más completa posible que nos permita ver y entender la situación actual.
Es cierto que el entretenimiento digital interactivo es muy joven si lo comparamos con otros medios culturales, pero se mueve y evoluciona a una velocidad vertiginosa.
La diferencia del videojuego frente a otras manifestaciones culturales es que existe un fuerte espíritu crítico y se suelen defender las opiniones con vehemencia.
La primera desarrolladora de la que se tiene noticia fue Carol Shaw, quien trabajó en Atari. En una entrevista concedida a Vintager Computing and Gaming traducida al español en Atariteca recordó que un día Ray Kassar, presidente de Atari, dijo al verla: “¡Hombre, por fin! Tenemos una diseñadora de videojuegos! Puede encargarse de buscar colores que combinen y decorar el interior de los cartuchos”.
En lugar de eso, Shaw programó en 1978 el juego Polo, para promocionar la colonia del mismo nombre que iba a sacar Ralph Lauren. Al final no se llevó a cabo la campaña y el juego salió a la luz años después como parte del CD Stella Gets a New Brain. El primer juego publicado por Shaw fue 3-D Tic-tac-toe, en 1979.
Roberta Williams trabajó en la que se considera la primera aventura gráfica de la historia, Mystery House y en otros 30 juegos más entre ellos King’s Quest y Phantasmagoria. Junto a su marido Ken Williams creó la empresa On-Line Systems, que más adelante se convirtió en la famosa Sierra.
Dona Bailey empezó a trabajar en Atari a mediados de 1980 y junto a Ed Logg creó el clásico arcade Centipede, tras lo que desapareció de la industria. Durante 26 años no se supo más de ella hasta que reapareció para la 2007 Women in Games Conference, en la que reconoció que dejó el desarrollo de videojuegos por la presión de sus compañeros hombres.
En esta época se hizo conocida la primera jugadora competitiva, Doris Self, quien batió el récord mundial de Q*Bert en 1983, cuando tenía 58 años.