Sergio Mermejo Loza es un bombero en una familia en la que ha trascendido la preferencia por ejercer esta profesión en al menos tres generaciones.
Sergio trabajó ocho años como voluntario y lleva 24 siendo de base, por lo que suma 33 años de experiencia. Actualmente está adscrito a la Estación de Bomberos No. 4 ubicada en la colonia Independencia.
Él es nativo de la colonia Progreso, en donde su padre Tomás Mermejo, quien también laboró como bombero voluntario, fue de los impulsores en crear la Estación de Bomberos de aquella comunidad, por allá en los sesentas.
Otros que son bomberos son su tío Ricardo Loza, su primo Gerardo Díaz, sus hijos y ahora el hijo de Sergio, Orlando, también funge como bombero voluntario.
“QUERÍA SER UNO DE ELLOS”
Sergio recuerda que cuando escuchaba a su papá y a su tío contar sobre los accidentes que les tocaba atender, sabía que quería ser como ellos.
“Lo que me llamaba la atención era el uniforme que portaban y las emergencias que ellos contaban, las vivencias y yo quería participar en unas vivencia de esas”, manifestó.
Recordó que a principios de los noventa no existía la licenciatura en Enfermería. Sin embargo, Sergio sabía que quería superarse, por lo que estudió la carrera de técnico en Enfermería en la Universidad Autónoma de Baja California.
Después que se abrió la licenciatura, estudió Enfermería, lo cual -dijo- le ha permitido especializarse y superarse al interior de la Dirección de Bomberos. Esta licenciatura le permite brindar atención prehospitalaria, urgencias médicas e incluso dar pláticas en tema asociados al cuidado de la salud.
LO MÁS DIFÍCIL
Aunque ser bombero es un trabajo complicado y mal valorado, para Sergio eso no es la peor parte de la profesión. Lo más difícil es asistir a siniestros donde ya es demasiado tarde para poder ayudar, como pasó en un incidente ocurrido hace más de una década.
En aquel momento, a través de la central de emergencia se pidió el apoyo de los bomberos para sofocar un incendio en el que una mujer estaba atrapada junto con sus hijos en su casa.
Aparentemente, lo que sucedió fue que el esposo, un hombre con adicciones, intencionalmente incendió la casa con su familia adentro, n donde estaba la mujer y otros cuatro niños, cuyas edades rondaban entre uno y los 6 años.
“Mi hija acababa de nacer, fue de gran impacto para mí, siempre me preocupo porque estén bien”, expresó.
Lo que lo motiva en su trabajo es el hecho de que su hijo Orlando también sea bombero voluntario, al igual que el apoyo que le brindan su esposa e hija.
“Creo que mi hijo tiene admiración por la profesión; mi papá fue uno de los pioneros para hacer la Estación de Bomberos de la Progreso, en el 68, 69 y junto con mis tíos, gracias a eso, esa estación se quedó fija”, recordó.