Las canas y las líneas de expresión en el rostro de un adulto mayor, no solo reflejan su edad, sino el esfuerzo y dedicación, la pasión y la entrega que han puesto en cada una de sus acciones a lo largo de su vida y las experiencias que el tiempo les ha permitido recabar.
Una de las mujeres más emblemáticas del centro histórico de esta ciudad, por su dedicación, trabajo y trayectoria como la única mujer bolera de la zona centro, es doña Angelina Aguilar, mejor conocida como “doña Yoli”, quien, con 80 años a cuestas, desde hace 30 se dedica a lustrar calzado.
Hoy se celebra el Día del Adulto Mayor. En la Ciudad de México se festejó por primera vez en 1983 y a partir de 1998 se instituyó a nivel nacional.
Desde las 06:00 horas, “doña Yoli” --oriunda de Tepic, Nayarit, pero hija adoptiva de esta ciudad-- llega a su puesto ubicado sobre la calle Altamirano, casi esquina con avenida Lerdo, en donde empieza por sacar cada uno de sus instrumentos para “bolear”, en espera de que lleguen sus clientes, a quienes atiende hasta cerca de las 15:00.
Yo me vine de Tepic con una amiga a los 18 años; empecé a trabajar bailando, porque una tía con la que llegué me dijo que no había otra cosa, pero no me gustó eso yo quería trabajar.
Después empecé a trabajar en una tienda que se llamaba El Tostón y Peso, con el tiempo conocí a un señor que era bolero aquí; yo venía y me sentaba a platicar con él, me enseñó a bolear y cuando él se fue a Guanajuato, me dejó este puesto
A paso lento, pero con el ánimo y la alegría que le dejaron las buenas épocas, doña Yoli recuerda con cariño sus primeras boleadas, las cuales con el tiempo se fueron multiplicando, al grado de contar hasta hoy con clientes que la frecuentan, por lo menos, una vez a la semana a quienes les cobra 25 pesos por par de calzado lustrado.
En ese periodo conoció a quien fuera el padre de su hija, un ciudadano norteamericano que la apoyó hasta su fallecimiento y desde ese día que se dio a la tarea de emprender con mayor ahínco su labor, ya que, con esfuerzo y dedicación, logró sacar sola y brindarle una carrera a su única descendiente.
Me han quemado tres veces la bolería, es horrible, pero la gente de aquí me ayuda; aquí he estado en este mismo lugar 30 años, de aquí pude darle escuela a mi hija, es cosmetóloga, ella tiene dos hijos, ya grandes, que son muy buenos
A pesar del frío o del calor, de la humedad o de los días nublados, diariamente acude doña Yoli a su lugar de trabajo, el cual por 3 décadas le ha brindado la oportunidad de conocer historias, personajes, hombres y mujeres que a través de su calzado y de sus minutos el frente de su cepillo y su cera, han dejado huella en la vida de esta mujer, así, como la suya ha impactado aquellos que han acudido con ella.
Vienen mujeres, muchachas, hombres a bolear sus zapatos, tengo amiguitas que vienen del otro lado que dicen ‘vamos con doña Yoli porque ella nos bolea bien bonito’; tengo aquí 30 años y me siento bien como para otros 10