Usualmente algunos padres de familia cuando sus hijos empiezan a desobedecer, gritar, golpear o insultar, ya sea en casa o en lugar ajeno, ejercen castigos hacia ellos físicos o verbales, dicha situación es efectiva a corto plazo, es decir, consiguen que el menor deje de hacer berrinche explicó la psicóloga infantil, Alejandra Orozco.
"El cerebro del niño entra en un estado en el que puede huir de la situación, paralizar o atacar, porque su cerebro está reaccionando con el miedo, la función del miedo hace que el sistema nervioso central se paralice"
Aunque detalló que la forma de actuar del menor dependerá de su temperamento, es decir, puede quedarse paralizado o hacer rabieta.
Pero, ¿Qué pasa si el castigo es constante y cada vez más fuerte? El menor empezará a reprimir sus emociones, sentirá miedo, empezará a mojar la cama o presentar estreñimiento, también mutismo selectivo es decir, dejará de hablar.
"Puede presentar un retraso en su desarrollo cognitivo, social y emocional"
Alejandra compartió que en la pandemia se notó más la participación de padres de familia por ejercer una crianza respetuosa, es decir, proponer límites saludables, normas con sentido y viables conforme la madurez del niño.
En dónde se pone en práctica el amor incondicional, la empatía, la igualdad y el respeto, hacia el menor, dicha práctica a futuro crea autosuficiencia, inteligencia emocional, disminuye niveles de ansiedad y depresión.