Hace 22 años un grupo de productores de trigo y algodón del valle de Mexicali se unieron para dejar de ser sólo agricultores y convertirse en empresarios y a pesar de los altibajos del mercado, han sabido crear un modelo de negocio exitoso.
Se trata de la empresa Cohermez, una cooperativa rural que agrupa a 39 productores de los ejidos Colima, Hermosillo y Mezquital.
De esta forma evitaron a los intermediarios y ellos mismos procesan sus productos y los comercializan.
A lo largo de más de dos décadas han logrado desarrollar toda una estructura operativa y organizacional en la que ahora dan empleo a más de 80 personas, del Noreste de la región, en el ejido Janitzio.
LA VOZ DE LA FRONTERA platicó con algunos de ellos para conocer más sobre su trabajo, principalmente en lo que respecta al “oro blanco” cachanilla, el algodón, el cual no solo venden para exportar, también le dan valor agregado al producir pabilo (un hilo grueso) así como trapeadores diversos, bajo la marca Quetzal.
Desde sus inicios, Joel Rusell, ha sido gerente; él platicó que empezaron con solo una oficina.
Hoy se dedican al acopio y cuentan con una despepitadora de algodón, comercializan fertilizantes, producen semilla certificada, dan créditos y asistencia técnica, hasta tienen su planta textil tipo industrial.
LOS INICIOS
Juan Magaña y Jesús Flores, socios fundadores, contaron que al agruparse en 1997 el propósito era “mejorar el nivel de vida de los productores en general”.
Eran 80 los agricultores asociados, ahora son casi la mitad, pero además reciben a todos aquellos que buscan obtener sus servicios.
Gracias a lo que en ese entonces era Banrural obtuvieron financiamiento y fueron creciendo.
El secreto ha sido ser transparentes y honestos en las decisiones que toman en cada una de las unidades de negocio, comentaron.
LA ORGANIZACIÓN
Yolanda Cintora Andrade, es productora y ostenta el cargo de “secretaria” de la cooperativa, de las pocas mujeres que participan; ahora que es viuda decidió tomar un lugar en la organización, gracias al aprendizaje que obtuvo de su esposo.
Ella habló de la importancia de contar con una estructura y una buena administración, a lo que le han dedicado tiempo para que el negocio funcione, como cualquier empresa.
EL SUEÑO
El sueño de los socios era crear sus propios productos, a través del financiamiento, lograron establecer una planta industrial de pabilo, es hilo grueso que se utiliza para crear trapeadores.
Siempre ha estado los ejemplos del valle que en el trigo procesan y dan valor agregado al producto, por eso empezaron a pensar qué podían hacer… pensaron en el trigo… y en el algodón donde hay un abanico de posibilidades.
El gerente señaló hicieron los estudios necesarios para ver la viabilidad y rentabilidad de crear una planta industrial, decidieron a través asamblea crear pabilo, es derivado de la fibra del algodón.
Hicieron investigación y se acercaron a empresas productores de trapeadores para conocer cómo podrían hacerlo.
Se metieron los proyectos a las instituciones de Gobierno, pero no fueron apoyados, por lo que decidieron buscar en la Banca privada y lograron obtener los recursos para adquirir la maquinaria necesaria.
Ellos apostaron al proyecto y así empezó… en 2014-2015 se instaló la fábrica y ahorita está trabajando.
Ahorita se enfocan en la producción de pabilo que comercializan a otras empresas; en este momento se detuvo la producción de trapeador porque primero quieren estabilizar la creación de materia prima.
En el 2018 se produjeron 80 mil trapeadores que se distribuyen en la región de Baja California, Sonora y Sinaloa.