El sonido del timbre anuncia la llegada de un nuevo paciente, el médico Javier Segoviano se prepara y abre la puerta al enfermo que también es migrante y vive un drama de supervivencia. Mexicanos o centroamericanos, sin distingo alguno el especialista en medicina familiar escucha, revisa y recomienda a cada uno de los que acuden al consultorio que atiende sin ningún costo dentro del Dispensario del Dr. Cañedo en la popular colonia Bellavista.
Es la historia de un médico 100% mexicalense que luego de retirarse tras 28 años de servicio en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dedica su tiempo a la salud de los migrantes y deportados. “Primero me invitaron a dar unas pláticas a los migrantes, pero nos dimos cuenta que más que pláticas ellos ocupan atención, nadie quería venir a apoyar”. En una sola mañana el médico llega a atender hasta a 30 migrantes, la mayoría hombres con lesiones a consecuencia de la travesía que hacen sobre el tren para llegar hasta la anhelada frontera. La consulta médica se brinda en un pequeño pero bien equipado consultorio que está conectado al comedor de la iglesia San José Obrero, donde a diario se le sirve comida a migrantes.
El Dispensario del Dr. Cañedo atiende desde hace 50 años la salud de los que menos tienen y fuera de su alcance no podía quedar la población migrante que tiene asegurada su atención en manos de un médico con profunda vocación de servicio. En la atención a la salud de los migrantes el doctor Segoviano no está solo y cuenta con el apoyo de Mónica Saucedo, pasante de medicina interesada en usar su profesión como herramienta social. “Es una responsabilidad muy grande, ellos confían plenamente en que tú sabes qué es lo que tienen y que los vas a curar, la atención que les damos para nosotros es pequeña pero para ellos significa mucho”.