De manera brutal le fue arrebatada la vida a María del Rosario, Chayito, como le decían los más cercanos.
Ella era amante del café y del sol y cada mañana al brillar el alba salía a la parte lateral de su vivienda, ubicada en el fraccionamiento Valle del Pedregal, a disfrutar del día y saludar amablemente a sus vecinos.
María Montserrat Valenzuela, de 67 años y residente de este fraccionamiento desde hace más de 8 años, recordó con cariño a doña Chayito, una mujer muy trabajadora que a pesar de su avanzada edad disfrutaba de una sonrisa, un amable saludo y una taza de humeante café.
Era muy buena persona, muy linda, muy pacífica, no salía de su casa; ella se sentaba a un lado de su casa, junto a la banqueta, pegado a su cerco, siempre a tomar el sol temprano; se levantaba, se bañaba y se sentaba a tomarse su cafecito ahí.
Doña Chayito se dedicaba a la costura y al bordado, “la podías ver diariamente en ese que era su lugar habitual de donde veía pasar a todos sus vecinos y amigos, con quienes no solo compartía un saludo, sino una sonrisa y una que otra bromita”.
Yo pasaba y a veces le decía ‘doñita, vámonos tomando un cafecito’ y ella me decía sí, era una amiguita muy buena.
Tras morir arrollada, ahora solo se observan flores y veladoras en la casa donde María del Rosario vivió por muchos años y supo ganarse el cariño de todos sus vecinos, quienes sin duda la recordarán con mucho amor.