Como respuesta a la agresión que un elemento de la Marina propinó a un pescador y que lo colocó al borde de la muerte, sus compañeros de oficio destruyeron las instalaciones de la Profepa en San Felipe y a su vez, recuperaron pangas y artes de pesca que les habían requisado.
Una densa columna de humo negro se divisaba desde el kilómetro 170 de la carretera Mexicali a San Felipe.
A pesar del aparente caos, la vida seguía su curso normal, la gente acudía a las tiendas, a los restaurantes y realizaba sus actividades cotidianas.
El ambiente contrastaba con el incidente en el que un elemento de la Marina hirió de gravedad a un pescador, mientras otras dos personas más resultaron heridas en diferentes eventos.
Lo anterior incendió los ánimos de los pescadores del puerto, que desde hace 4 años tienen vetado salir a pescar y que desde diciembre, no reciben su compensación mensual por no salir a la mar, sin que se vea una solución a corto plazo.
En la capitanía de puerto ardían las oficinas de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), además de tres de sus lanchas, un camión de redilas, así como algunas pangas y motores que al final quedaron reducidos a cenizas, todo esto mientras el helicóptero de la marina sobrevolaba la zona.
Los pescadores, algunos con el rostro cubierto, derribaron el cerco y utilizando viejas cuerdas de nylon, recuperaron las pangas que les habían sido decomisadas “por pescar chano”, decían algunos.
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