La vacuna que desarrolla la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), en conjunto con otras instituciones, avanza de manera positiva, ya que no está basada en el ADN, no en virus inactivado, y a pesar que este proceso tardaría de 5 a 10 años, la vacuna cimarrona estaría lista a finales del 2021.
Dicha vacuna que están desarrollando se basa en ADN en lugar de utilizar virus inactivado o proteínas, como las vacunas tradicionales, Julio Enrique Valencia Suárez, uno de los investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) que forma parte del consorcio denominado Iniciativa Jonas Salk México, liderada por investigadores de la UABC y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Esta tecnología es la más reciente para la generación de vacunas y su relevancia consiste en que son más baratas de producir y fáciles de adaptar.
“Es una tecnología que, de tenerla en México, ayudaría mucho a enfrentar no solo esta epidemia sino muchas otras, incluso adaptarla a los cambios que tenga el virus SARS-CoV-2”, manifestó el catedrático de la Facultad de Ciencias del Campus Ensenada.
Por su parte, el egresado de la misma unidad académica y líder de la Iniciativa, doctor José Manuel Aguilar Yáñez, indicó que normalmente una vacuna toma de cinco a diez años para poder comercializarse desde que comienza a desarrollarse.
“Sin embargo, este es un caso particular que está pasando por toda esta emergencia internacional, entonces se está acelerando, pero cabe destacar que no se están omitiendo pasos”.
En caso de concretarse la vacuna de los cimarrones, se tendría para finales del 2021.
Desde inicios de la pandemia, el grupo de científicos cimarrones comenzó a desarrollar una vacuna de prueba para la fase preclínica, proceso que actualmente se está llevando a cabo en el Instituto Politécnico Nacional y Laboratorios LEI.
“Esta fase consiste en evaluar la seguridad de nuestra vacuna de ADN en un modelo animal, específicamente en ratones”, señaló el doctor Manuel Alejandro Carballo Amador, otro de los catedráticos de la Facultad de Ciencias que forma parte del proyecto.
De igual manera, el doctor Aguilar Yáñez indicó que el objetivo de la Iniciativa Jonas Salk México, es tener una vacuna contra COVID-19 que sea mexicana, fácil de manufacturar y actualizar cuando se requiera, de forma económica y masiva, para abastecer al país.
“Este es el principio de toda una historia que vamos a dejar para que México esté preparado para abarcar este tipo de contingencias y no depender de tecnologías extranjeras, sino generar las propias”.
Aunque aún no han podido determinar por cuánto tiempo protegerán las vacunas en desarrollo, los investigadores cimarrones estiman que existen grandes posibilidades de vacunarse periódicamente.
“Hemos analizado todas las mutaciones del virus que están apareciendo y hasta la fecha, el antígeno con el que estamos trabajando sigue siendo el mismo.
Pero parece inevitable que haya mutaciones que hagan obsoleta a la vacuna aplicada; la tasa de reproducción de los virus es muy alta, las mutaciones aparecen y la prevalencia del SARS-CoV-2 actualmente indica que no va a desaparecer, entonces es muy probable que tengamos que vacunarnos repetidamente”, destacó el doctor Valencia Suárez.