Cerca de cuatro años Consuelo Covarrubias hizo de la sala de su casa la cocina del comedor comunitario Sin Hambre, Lomas Altas, desde ahí junto con otras 14 cocineras dieron de comer a cientos de personas, con lo que no sólo alimentaron el cuerpo también el alma de muchos necesitados.
Ahora, en una casa junto a la suya, ya en forma, continúan ofreciendo alimentos a quienes más lo necesitan en la zona, las visitan desde los fraccionamientos: Las Lomas, El Prado, Buenos Aires y más.
Consuelo comentó que como pasa con los 31 comedores del programa federal Sin Hambre, que depende de la Secretaría de Desarrollo Social, los insumos que debe entregar la dependencia no llegan cada mes y cuando llega es menos de lo que debe ser.
“Sin embargo nosotras debemos ingeniárnosla para los días que no llega”.
Inicios
El comedor lo iniciaron, desde su casa, porque se dieron cuenta que los niños se iban sin comer a la escuela, los papás trabajan y a veces no les alcanza, por lo que en conjunto con un comité comunitario decidieron hacer algo.
Ellas están organizadas para realizar labores de limpieza, gestiones para solucionar problemas y por supuesto brindan alimento a quienes lo necesitan.
“Lomas Altas cuando nosotros iniciamos había mucho conflicto, aquí es un fraccionamiento nuevo, por lo tanto hay mucho niño y mucho padre joven que tiene que trabajar y deja a sus niños solos, al dejarlo se complica la educación”.
“En estos cuatro años hemos visto de todo, aquí hemos tenido denuncias de violaciones, porque tenemos mucho convivio con la gente”.
“Nadie sabe realmente lo que es un comedor, no tienen idea, alimentas el estómago, alimentas el alma, aquí nosotros somos una familia, muchos no sólo vienen comer… hay gente de la tercera edad, hombres solos que aquí se conocieron, aquí hacen su club desde hace cuatro años”.
En el desayuno dan frijoles, más un guisado, avena y tortillas; en la tarde, guisado, arroz, agua fresca y las tortillas, por diez pesos, para aproximadamente 120 personas.
Les afecta
Consideró que la delegación, a cargo de Guillermo Peñúñuri Yepiz, no está entregando todo los vales que debe, para que Diconsa les dé los insumos y recursos materiales que corresponde.
Lo que les entregan es pollo embolsado, frijol, pastas, bolsas de res, agua, galletas, aceite.
“Nos afecta demasiado porque por ejemplo nosotros no podemos cerrar ni un día a la semana, no nos alcanza lo que nos mandan, sin embargo nosotros no podemos cerrar, la gente viene”
Se su pone que debe entregar alrededor de 30 productos y sólo les dan 20, entre estos hay productos que no son comestibles, como barritas y mazapanes, que están como postre, por lo que consideró que no son una prioridad.