/ sábado 30 de noviembre de 2019

"Alcanzar un sueño, mi mejor inversión": astronauta mexicano

Se preparó cada vez más, logrando estudiar y dominar tres idiomas, aprendió buceo y se convirtió en piloto

Era una tarde como cualquier otra, José Hernández Moreno era un niño con apenas 10 años que intentaba acomodar la antena de “conejo” de su vieja televisión en blanco y negro, la cual repentinamente sintonizó última misión del Apolo 17, quedando atrapado en aquella imagen de un hombre pisando la superficie de la luna.

El pequeño José, se arrodilló ante su televisor, no tardó mucho en darse cuenta que aquel increíble hombre de origen estadounidense respondía al nombre de Eugene Cernan, quien el 13 de diciembre de 1972 pisó la superficie de la luna, gozando hasta la fecha del privilegio de ser el último hombre en estar allá.

Tan impactantes momentos no podían pasar desapercibido en un niño, por el contrario, nace en ese momento el sueño de José de convertirse en astronauta, lo cual asegura ha sido su mayor inversión y que ha valido la pena cada minuto de su vida.

“Aún recuerdo aquellas imágenes en la tele, las miraba fijamente, y luego salía de la casa para voltear al cielo y observar la luna, luego regresaba al televisor… ahí nació el más grande sueño”.

Su padre, un humilde campesino con tan solo tres años de estudios, se sorprendió cuando su pequeño hijo entró a la cocina para contarle que tenía un sueño por cumplir; lejos de ignorarlo o darle largas, el experimentando señor, sentó a su hijo frente a él y tras escucharlo, le dijo… “Si quieres ser astronauta sigue estos pasos: Define muy bien tu meta, reconoce que tan lejos estás de ella, crea una ruta para saber llegar, prepárate en el estudio y échale todas las ganas posibles”.

Los consejos del padre de José Hernández rindieron frutos y logró convertirse en el segundo astronauta de origen mexicano luego de ser rechazado al menos en 11 ocasiones por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, mejor conocida como NASA.

Durante el camino del intento, se preparó cada vez más, logrando estudiar y dominar tres idiomas, aprendió buceo y se convirtió en piloto, de tal forma que la ruta estaba hecha para que en el 2004 lo llamaran a formar parte de la generación número 19 de astronautas

ALAS DE VUELO

Una vez dentro del equipo de la NASA el trabajó duro y constante por 2 años hasta alcanzar lo que se conoce como “Alas de Vuelo” lo que significa superar satisfactoriamente todos los entrenamientos y que ahora se tiene el conocimiento y preparación para ser elegible a formar parte de una misión.

Al tiempo, el llamado no se hizo esperar, Hernández Moreno, había sido elegido para una misión al espacio exterior, por lo que otro exhausto acondicionamiento iniciaba por 18 meses culminándolo exitosamente hasta el preciso momento de portar el emblemático traje anaranjado y subir al transbordador.

Al sentarse en la nave y abrochar su citurón los recuerdos de su infancia llegaron a su mente, aquel niño que recolectaba fruta y verdura en los campos agrícolas de California EU ahora está representando a la NASA, pero sobre todo representaba al país que lleva en la sangre, su México.

Al rugir las turbinas, José asegura tuvo nervios, pero no duraron mucho, pues su emoción y deseos por cristalizar su más grande hazaña lo mantenían muy atento; fueron ocho minutos y medio desde el despegue hasta llegar al espacio, pasando de una velocidad de 0 a 25,000 kilómetros por hora.

La misión fue un éxito, continuar con la construcción de la Estación Espacial Internacional, hasta donde llevaron más de 6 toneladas de equipo con el que trabajaron durante 14 días sobre la estratosfera.

El astronauta mexicano destacó que toda meta requiere de una inversión, ya sea en negocio o personal o la combinación de ambas, lo cual debe ser tomado en cuenta por las nuevas generaciones.

Era una tarde como cualquier otra, José Hernández Moreno era un niño con apenas 10 años que intentaba acomodar la antena de “conejo” de su vieja televisión en blanco y negro, la cual repentinamente sintonizó última misión del Apolo 17, quedando atrapado en aquella imagen de un hombre pisando la superficie de la luna.

El pequeño José, se arrodilló ante su televisor, no tardó mucho en darse cuenta que aquel increíble hombre de origen estadounidense respondía al nombre de Eugene Cernan, quien el 13 de diciembre de 1972 pisó la superficie de la luna, gozando hasta la fecha del privilegio de ser el último hombre en estar allá.

Tan impactantes momentos no podían pasar desapercibido en un niño, por el contrario, nace en ese momento el sueño de José de convertirse en astronauta, lo cual asegura ha sido su mayor inversión y que ha valido la pena cada minuto de su vida.

“Aún recuerdo aquellas imágenes en la tele, las miraba fijamente, y luego salía de la casa para voltear al cielo y observar la luna, luego regresaba al televisor… ahí nació el más grande sueño”.

Su padre, un humilde campesino con tan solo tres años de estudios, se sorprendió cuando su pequeño hijo entró a la cocina para contarle que tenía un sueño por cumplir; lejos de ignorarlo o darle largas, el experimentando señor, sentó a su hijo frente a él y tras escucharlo, le dijo… “Si quieres ser astronauta sigue estos pasos: Define muy bien tu meta, reconoce que tan lejos estás de ella, crea una ruta para saber llegar, prepárate en el estudio y échale todas las ganas posibles”.

Los consejos del padre de José Hernández rindieron frutos y logró convertirse en el segundo astronauta de origen mexicano luego de ser rechazado al menos en 11 ocasiones por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, mejor conocida como NASA.

Durante el camino del intento, se preparó cada vez más, logrando estudiar y dominar tres idiomas, aprendió buceo y se convirtió en piloto, de tal forma que la ruta estaba hecha para que en el 2004 lo llamaran a formar parte de la generación número 19 de astronautas

ALAS DE VUELO

Una vez dentro del equipo de la NASA el trabajó duro y constante por 2 años hasta alcanzar lo que se conoce como “Alas de Vuelo” lo que significa superar satisfactoriamente todos los entrenamientos y que ahora se tiene el conocimiento y preparación para ser elegible a formar parte de una misión.

Al tiempo, el llamado no se hizo esperar, Hernández Moreno, había sido elegido para una misión al espacio exterior, por lo que otro exhausto acondicionamiento iniciaba por 18 meses culminándolo exitosamente hasta el preciso momento de portar el emblemático traje anaranjado y subir al transbordador.

Al sentarse en la nave y abrochar su citurón los recuerdos de su infancia llegaron a su mente, aquel niño que recolectaba fruta y verdura en los campos agrícolas de California EU ahora está representando a la NASA, pero sobre todo representaba al país que lleva en la sangre, su México.

Al rugir las turbinas, José asegura tuvo nervios, pero no duraron mucho, pues su emoción y deseos por cristalizar su más grande hazaña lo mantenían muy atento; fueron ocho minutos y medio desde el despegue hasta llegar al espacio, pasando de una velocidad de 0 a 25,000 kilómetros por hora.

La misión fue un éxito, continuar con la construcción de la Estación Espacial Internacional, hasta donde llevaron más de 6 toneladas de equipo con el que trabajaron durante 14 días sobre la estratosfera.

El astronauta mexicano destacó que toda meta requiere de una inversión, ya sea en negocio o personal o la combinación de ambas, lo cual debe ser tomado en cuenta por las nuevas generaciones.

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