Con su madre doña Consuelo entre el público y su hijo Raúl, Los Tigres del Norte dejaron claro en su reaparición en tierras californianas que ya sin la voz de antaño siguen rigiendo “Los Jefes de Jefes”.
Los sacos, botas y sombreros invadieron Viejas Casino para la presentación de la agrupación, la cual llegó dispuesta a complacer a más de 2 mil seguidores que abarrotaron la explanada central del complejo turístico enclavado a las afueras del poblado de Alpine.
Devotos, sin importar edades, ni condiciones sociales, cientos de seguidores, unos con sus mejores atuendos, otros en sillas de ruedas, a paso lento, caminando con lo permitido por los años a cuestas, acudieron la tarde del domingo al espectáculo de Jorge, Hernán, Eduardo y Luis Hernández junto a Óscar Lara, quienes hicieron su aparición a las 20:10 horas ante la ovación del respetable.
Los nativos de Rosa Morada, Sinaloa, comenzaron la noche con las melodías “La Banda del Carro Rojo” y “La Reina del Sur”.
‘‘Muchas gracia por seguir con su cariño, estamos felices de reencontrarnos con nuestros grandes amigos, que son nuestro público’, exclamó Jorge Hernández, vocalista y líder de la banda, ante los rugidos de adoración de sus seguidores que con cualquier palabra o cualquiera de sus canciones jamás se cansaron de demostrarles su admiración.
Esa noche doña Consuelo, la “jefa mayor” de la banda, hizo presencia para aplaudir el concierto de sus felinos, que ya de cachorros no tienen nada.
“Nos sentimos muy contentos que entre el público se encuentre nuestra madre y nuestro hermano Raúl”, comentó Jorge, quien pidió pusieran el reflector para que la concurrencia celebrara con una sonora ovación.
Sentada en su silla de ruedas y acompañada por Raúl, quien hace 20 años decidiera salirse del grupo para emprender carrera, el felino descarriado que artísticamente se hace llamar “El Tigre Solitario” se levantó para agradecer los aplausos ante las miradas expectantes de sus hermanos.
Esa noche, cantaron a su mamá “Rosita de Olivo”, que afirmaron es la favorita de ella y a sus 91 primaveras, desde su sitio, se animó a entonar dos estrofas ante otra ovación más los asistentes.
De la voz de Los Tigres del Norte no queda ya más que el recuerdo. Más de 50 años de carrera ininterrumpida han pasado factura a las gargantas de sus miembros, pero a su público evidentemente no le importa, pues la devoción a la hora de aclamarlos y seguirlos con sus cámaras de videos en cada uno de sus temas y las docenas de rosas entregadas por sus fans dejaron claro que el respeto y veneración va más allá de mera mercadotecnia.
Una impresionante pantalla Led gigante y un espectacular show de luces, además del impresionante equipo de sonido, afirmaron que al invertir son tan pródigos como sus éxitos y en esa noche desfilaron éxitos cosechados en décadas de trayectoria.
“Libro de recuerdos”, “Pedro y Pablo”, “Golpes en el corazón”, “Jefe de Jefes” y “La manzanita” fueron algunos de los 37 temas entre completos y “pedacitos” que la banda complació escuchando los gritos de la concurrencia que a pulmón abierto le solicitaban desde todos los rincones de la explanada.
Dos horas diez minutos después, tras dos fallidas retiradas por el reclamo de más composiciones del público que se resistía al final, Los Tigres del Norte abandonaron el escenario... para abajo, atender a decenas de fans que comenzaron a hacer fila en cuanto concluyó el show para tomarse una “selfie” junto a sus venerados felinos que demostraron por qué siguen siendo los únicos e indiscutibles “Jefes de Jefes”.