Hay de estrellas a estrellas, unas son de temporada que brillan y se apagan en cuanto aparece otra, en cambio hay otras que 60 años después, vuelven para demostrar que no estaban ni ausentes... ni de parranda.
Con una maratónica jornada de más de 4 horas, con joyas propias y ajenas, Ramón Ayala y Lorenzo de Monteclaro demostraron por qué son los consentidos de los cachanillas.
El despecho de amor de “El corrido de Laurita Garza”, el alegre repegón de cintura de Eulalio González “Piporro” y su inolvidable “Taconazo” y el rasgar de acordeón de Ramón Ayala y sus Bravos del Norte con “Bonita finca de adobe” y “Chaparra de mi amor” pusieron la madrugada del sábado a cantar, brindar y bailar a 2 mil 800 mexicalenses aproximadamente que acudieron a la reaparición musical de estos dos gigantes juntos en el Palenque de las Fiestas del Sol.
Desde las 22:00 horas, tres artistas teloneros, entre ellos José Julián y Rogelio de Monteclaro, hijo de Lorenzo, intentaron, con más cortesía que ganas de parte del respetable, entretener a la concurrencia que desde las 21:00 horas comenzó a resguardarse del tsunami humano que afuera del Palenque invadió la feria buscando presenciar en la explanada de la Islas de las Estrellas, la actuación de los Ángeles Azules.
Justo cuando las manecillas marcaban las 00:50 horas, cientos de mexicalenses, desesperados, exigían a gritos la presencia de Lorenzo de Monteclaro, ante el notorio nerviosismo de su heredero, que interpretaba con poca fortuna aplacar a la concurrencia.
Deslumbrante, como su saco -de lentejuelón plateado-, en cuanto Lorenzo de Monteclaro se hizo presente en el escenario el público olvidó su impaciencia, prodigándole la primera ovación de las cuatro recibidas en su actuación.
“Ya llegué de donde andaba/ se me concedió volver/ a mí se me figuraba/ que no te volvería a ver...” en ese momento, un manicomio grupal que puso a parejas de todas edades a bailar en su limitado espacio, mientras el artista, que este año celebra 60 años de trayectoria, cantaba con la energía de un adolecente.
“Abrazado de un poste”, “Árboles de la barranca”, “La pérsica”, “El silbidito”, sin faltar por supuesto su gran éxito “El ausente”, desataron la locura entre el respetable que ovacionó la entrega y vitalidad del cantante duranguense y que apenas en septiembre sumó 80 otoños de existencia, pero que en persona, gracias a su impecable cabello, color ala de cuervo y un lozano y bien cuidado cutis lo hace aparentar menos primaveras.
Ramón “Rey de reyes”
Pausado como es su estilo, dejando las interacciones con el público, a sus dos hijos, parte de sus “Bravos del Norte”, Ramón Ayala llegó, cantó y triunfó con todo un abanico musical de éxitos cosechados en más de medio siglo.
Justo a las 02:00 horas, el “rey del acordeón” rasgó como sabe hacerlo a su inseparable compañero musical, ante una ovación que emocionó a más de uno, incluido Ayala, quien con una leve inclinación agradeció la atención al respetable.
“Tragos de amargo licor, “Rinconcito en el cielo”, “Tristes recuerdos” sin faltar por supuesto “Bonita finca de adobe” y “Mi piquito de oro” pusieron a bailar y cantar, lo mismo a hombres que a mujeres de todas edades, incluidas jovencitas, algunas de plano unas quinceañeras, que con celular en mano corearon las cansiones como si fueran los éxitos de la temporada.
Esa noche la cerveza y agua embotellada se vendió a raudales, provocado en mucho por el sofocante calor, porque el aire acondicionado permaneció apagado, como ocurrió la noche anterior durante el show de Lupita D’Alessio. Esa noche meseros y balderos hicieron su agosto en pleno octubre, cervezas a 100 pesos, agua embotellada de medio litro a 50 pesos, hubo quien de plano prefirió hacer hasta 20 minutos de fila en los stands, para comprar, más rápido y económico a lo que ofrecían los meseros.
“No porque seas tú”, “Mi tesoro” y “Puño de tierra” sonaban en el deficiente audio, donde algunos de plano adivinaban las canciones. Otros en sus butacas cantaban y hacían coros como los más entusiastas seguidores, incluido el alcalde Gustavo Sánchez y su esposa Margarita, quienes se han convertido en asistentes habituales al palenque que por cierto en este 2018 ha presentado una pobre asistencia en comparación con ediciones pasadas. La única que se anticipó sería lleno completo fue la actuación de Julión Álvarez, pues desde la mañana del pasado viernes el letrero de “localidades agotadas” colgaba ya en la expendedora de boletos y en la taquilla del Palenque.
Cuando el reloj marcaba casi las 04:00 horas solo los más leales permanecían, muchos ya habían emprendido la huida, con todo y el chubasco que a muchos sorprendió a la salida de ese viernes de locura en la feria, debido al récord de más de 60 mil asistentes con boleto pagado y otros miles que accesaron al abrirse las puertas de la feria.
Ramón Ayala seguía cantando sus joyas musicales ante los aplausos de unos y los brindis de otros que se resistían a abandonar la presentación del ganador de cuatro Grammys, en su multipremiada trayectoria, donde demostró al igual que Lorenzo de Monteclaro que ya no serán los imanes de taquilla de antaño, pero convocan a miles después de medio siglo de trayectoria.