/ lunes 21 de mayo de 2018

Más de 60 artistas hicieron vibrar a miles de melómanos en la octava edición del Festival Marvin

El festival presentó a The Drums, Buzzcocks y Editors entre sus estelares, quienes mantuvieron al público vivo a pesar del clima y los horarios

“¿Esos quiénes son?”, le pregunta una chica cuyo cuello levantaba a su mayor capacidad mientras se ponía de puntas para tratar de ver algo en el escenario que había en el Parque España. “Ni idea”, le responde su acompañante que en realidad buscaba quien encendiera su cigarro.

La duda no limitó a que la joven en sus 20 comenzara a mover la cabeza de arriba a abajo y de izquierda a derecha. Mientras de fondo sonaba Simpson Ahuevo, uno de los más de 60 artistas que en el corredor Roma-Condesa hicieron vibrar a miles de melómanos en la octava edición del Festival Marvin.

A su alrededor algunos conocedores seguían con sus voces las letras de “las conocidas”, mientras otros movían sus esqueléticos cuerpos cubiertos con ropas de colores llamativos y estampados de figuras retorcidas. El resto se echaba un cigarro o una cerveza cuyo vaso o botella inevitablemente terminaba en el piso en espera de los pepenadores que hicieron su 20.

Así como los genios de la basura, los baños de las gasolineras aledañas y los señores con sus nieves “de a 15 y a 20” también tuvieron su agosto, todo fuera para descansar sus almas y calmar el agotador calor que pocas horas después fue opacado por unas gotas de lluvia que esparcieron a la multitud.

Con prisas y cerveza en mano, parejas de novios, grupos de amigos, familias enteras, que incluían al chamaco en carriola y el perro con paliacate elegante, caminaban presurosos y esquivando los coches para llegar a El Plaza Condesa para escuchar a Buzzcocks, cuya convocatoria provocó una larga fila en la que hasta Tito Fuentes, después de su show solista, tuvo que esperar varios minutos para entrar.

Otros prefirieron adelantarse al Cinespacio para apartar lugar y escuchar el íntimo show acústico de Editors. Y no fue para menos, pues a la hora de la hora ya ni un alma podía entrar y los afortunados que lo habían logrado poco espacio tenían para moverse sin pisarle los pies al de al lado o presumir sus globitos de colores que golpeaban a todos y no dejaban ver a nadie.

Algunos perdidos se fueron al Caradura con Joe Crepúsculo o Red Jesús. Los menos se aventuraron a descubrir a Institute, Las Cruxes y The Froys en el Foro Bizarro para adentrarse en su pequeño y oscuro ambiente.

Un resto de “intensos”, como ellos mismos se llamaron, prefirieron empezar la fila afuera de El Plaza, temerosos de quedar atrás y ansiosos por escuchar a The Drums, que fueron el plato fuerte del día y los responsables de mantener la energía que a pesar de la insolación, el hambre, los tragos de más y las sustancias ilegales, mantuvieron la energía por más de 12 horas.

“¿Esos quiénes son?”, le pregunta una chica cuyo cuello levantaba a su mayor capacidad mientras se ponía de puntas para tratar de ver algo en el escenario que había en el Parque España. “Ni idea”, le responde su acompañante que en realidad buscaba quien encendiera su cigarro.

La duda no limitó a que la joven en sus 20 comenzara a mover la cabeza de arriba a abajo y de izquierda a derecha. Mientras de fondo sonaba Simpson Ahuevo, uno de los más de 60 artistas que en el corredor Roma-Condesa hicieron vibrar a miles de melómanos en la octava edición del Festival Marvin.

A su alrededor algunos conocedores seguían con sus voces las letras de “las conocidas”, mientras otros movían sus esqueléticos cuerpos cubiertos con ropas de colores llamativos y estampados de figuras retorcidas. El resto se echaba un cigarro o una cerveza cuyo vaso o botella inevitablemente terminaba en el piso en espera de los pepenadores que hicieron su 20.

Así como los genios de la basura, los baños de las gasolineras aledañas y los señores con sus nieves “de a 15 y a 20” también tuvieron su agosto, todo fuera para descansar sus almas y calmar el agotador calor que pocas horas después fue opacado por unas gotas de lluvia que esparcieron a la multitud.

Con prisas y cerveza en mano, parejas de novios, grupos de amigos, familias enteras, que incluían al chamaco en carriola y el perro con paliacate elegante, caminaban presurosos y esquivando los coches para llegar a El Plaza Condesa para escuchar a Buzzcocks, cuya convocatoria provocó una larga fila en la que hasta Tito Fuentes, después de su show solista, tuvo que esperar varios minutos para entrar.

Otros prefirieron adelantarse al Cinespacio para apartar lugar y escuchar el íntimo show acústico de Editors. Y no fue para menos, pues a la hora de la hora ya ni un alma podía entrar y los afortunados que lo habían logrado poco espacio tenían para moverse sin pisarle los pies al de al lado o presumir sus globitos de colores que golpeaban a todos y no dejaban ver a nadie.

Algunos perdidos se fueron al Caradura con Joe Crepúsculo o Red Jesús. Los menos se aventuraron a descubrir a Institute, Las Cruxes y The Froys en el Foro Bizarro para adentrarse en su pequeño y oscuro ambiente.

Un resto de “intensos”, como ellos mismos se llamaron, prefirieron empezar la fila afuera de El Plaza, temerosos de quedar atrás y ansiosos por escuchar a The Drums, que fueron el plato fuerte del día y los responsables de mantener la energía que a pesar de la insolación, el hambre, los tragos de más y las sustancias ilegales, mantuvieron la energía por más de 12 horas.

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