“¡No, espere!”, dice una de las trabajadoras de La Casa del Cine a un despistado espectador que pasa por la puerta de ingreso al recinto. “Le tomo su temperatura y por favor aplíquese gel”, agrega la anfitriona que vistiendo un traje similar al de un astronauta apunta con su termómetro infrarrojo a la muñeca del visitante para tomar su temperatura.
Como ella, los dos trabajadores restantes que laboran en el espacio de exhibición en el Centro Histórico portan un cubreboca y una gorra con una placa de acrílico con el sello de La Casa del Cine. Uno de ellos tuvo que cortarse la mata que había dejado crecer durante los últimos cuatro años para alinearse a las medidas de sanidad y generar confianza entre el público asistente.
La Casa del Cine reabrió sus puertas este miércoles tras cinco meses sin operaciones. “No está fácil”, dice Carlos Sosa, su director. “Hemos tenido asistencia en todas sus funciones, pero de entrada por las indicaciones del gobierno tuvimos que reducir funciones, si teníamos diez, ahora damos siete. Además sólo tenemos el 30 por ciento de aforo y la sala donde entraban 45 asistentes tiene ahora 15, mientras que la de 21 admite a siete personas”.
La misma situación vive el Cine Tonalá, quienes a pesar de reabrir sus puertas desde el 12 de agosto su asistencia ha sido escasa en esta semana. "Con la apertura del 30 por ciento tenemos algunas funciones que han vendido 28 boletos –su capacidad máxima para una sala con más de 90 butacas–. Pero la mayoría han tenido poca gente, te hablo de 2, 4 o 6 personas por función”, señala Juan Pablo Bastarrachea, socio fundador y director de programación de este espacio.
La baja asistencia al Cine Tonalá apenas ayuda a recuperar la pérdida de tres millones de pesos que el espacio de exhibición sumó en las 20 semanas que su sala de exhibición se mantuvo cerrada. “La cosa es que hemos ido acumulando una deuda, no es grande, pero con estas ventas estamos intentando pagarlas poco a poco y haciéndole a todo mundo planes de pago”, explica Bastarrachea.
A estos gastos hay que sumarle los seis mil pesos que calculan invertir cada mes para adquirir materiales de limpieza, cubrebocas, mascarillas y guantes para proteger a sus empleados y asistentes de la Covid-19. “No es un incremento fuerte, pero por las ventas que tenemos ahorita es un gasto algo inesperado que nos afecta. Pero vale completamente la pena para estar tranquilos de que cumplimos con darle seguridad al público”, señala el cofundador del Tonalá, espacio en la colonia Roma al que son asiduos jóvenes universitarios y en cuya sala se suelen proyectar películas de autor.
Por suerte, dice Carlos Sosa, en La Casa del Cine los gastos de reapertura no aumentaron, pero las pérdidas en estos meses ascienden a dos millones de pesos: “Tenemos un precio preferencial en la renta del 50 por ciento, pero tampoco lo hemos podido pagar todo. Incluso, con el ánimo de volver, los trabajadores propusieron que se les pagara un poco menos en el primer mes. Yo tengo claro que no voy a cobrar nada de aquí a diciembre, pero con que salga para pagar luz, teléfono, honorarios y la renta estamos todos muy contentos”, dice.
Ambos espacios coinciden en que los cines de corte cultural nunca han sido negocio, pero la necesidad de tener un espacio que exhiba contenidos alternativos los motiva a seguir cumpliendo con la normativa de la nueva normalidad. Lo importante, dicen, es que el público sienta la confianza de que sus salas de cine son espacios seguros y que ello vaya atrayendo a más público en los próximos días.
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