/ martes 28 de agosto de 2018

Amor eterno a Juan Gabriel… a 2 años de su muerte

Lamentablemente, hoy en día, sus familiares siguen por la disputa de su herencia

Hace dos años ya, que hoy se cumplen. Juan Gabriel dejó de existir envuelto en un halo de misterio, pero el pobre Divo de Juárez no puede descansar en paz: sus herederos continúan en agria disputa por la herencia.

Esto ocurre siempre con los famosos, que dejan jugosas ganancias y entonces viene la lucha por el dinero, el enfrentamiento por los bienes materiales, los derechos de autor y cuanta cosa deja el finado, que no se lleva nada a la tumba más que un puño de tierra. Que si los hijos biológicos, que si los hijos putativos, que esto, que lo otro y qué se yo.

Era domingo. El día estaba para no salir de casa y, de pronto, ¡se murió Juan Gabriel!, anunció asombrado Juan Pablo, uno de mis hijos. Rápido, así como vas, rumbo al periódico. Era la nota de ocho columnas, de toda la sección. Juanga, el prolífico cantautor, había muerto. Televisa informó la primicia. ¿Dónde? Falleció en su residencia de Santa Mónica, California. Paro cardiaco, súbito.

Hoy le rendirán homenaje en la Plaza de Garibaldi, ahí donde se encuentra una estatua suya que él mismo develó hace algunos ayeres. Un desfile de cantores interpretará sus grandes éxitos, que fueron muchos. Se evocarán vida y obra del artista de Parácuaro, Michoacán, que hizo historia en la música popular de nuestro país y dejó un cúmulo de problemas entre sus herederos que pelean codo con codo, ambiciosos, la espléndida tajada.

De acuerdo a Guillermo Pous, el albacea, Juan Gabriel sólo dejó un testamento que deberá ser respetado, desechando la hipótesis de que pudiera haber otro y que, en todo caso, no tendría validez. Sin embargo, Consuelo Rosales, madre de Joao Aguilera, quien se dice ser hijo del cantautor, señaló que solicitaron la nulidad del testamento y que esperan en estos días se dicte sentencia.

El abogado refirió que los bienes del artista consisten en el acervo musical, los derechos de sus cintas, las casas que tenía y aclaró que no todas las propiedades pertenecían a él; es más, adelantó en entrevista con un canal de televisión, que en cuanto concluya el proceso legal reanudarán el proyecto de lanzar el tercer álbum discográfico de duetos que quedó pendiente.

La realidad ubica a Juan Gabriel en la otra vida, la vida eterna, mientras aquí en la tierra cantamos sus melodías en una plena demostración de lo que fue su arte, su sensibilidad de artista, su talento y su calidad en los escenarios.

Era un showman, un hombre espectáculo, pues, en toda la extensión de la palabra. ¡Qué tipazo! Su vestuario, a veces tan excéntrico, o sobrio, folclórico; y su manera de actuar sobre el entarimado, del que alguna vez se cayó estrepitosamente y se levantó para seguir cantando: "!Queridaaaa!".

La gente, sus fans, que lo adoraban, lo siguen adorando; así de simple. Y todo México lo recuerda con admiración y cariño. Lo aman.

Juanga dejó además toda una historia que incluyó una estancia en prisión, en el tenebroso Palacio Negro de Lecumberri, en cuyas crujías escribía canciones como terapia.

Quesque la actriz Claudia Islas lo acusó de robo, que esto, que lo otro, que aquello… Hay tantas versiones… Y sin embargo, pocos dan crédito a la cantante vernácula Queta Jiménez La Prieta Linda que abogó por él ante la esposa del director del reclusorio, para liberarlo. Enriqueta, sí, la hermana de Flor Silvestre, la esposa de Antonio Aguilar. Qué cosas.

En fin, Juan Gabriel murió hace dos años y hoy lo recordamos, señorón, artista, estrella del espectáculo y padre de un titipuchal de hijos enfrascados en una desgastante batalla legal por su herencia.


Hace dos años ya, que hoy se cumplen. Juan Gabriel dejó de existir envuelto en un halo de misterio, pero el pobre Divo de Juárez no puede descansar en paz: sus herederos continúan en agria disputa por la herencia.

Esto ocurre siempre con los famosos, que dejan jugosas ganancias y entonces viene la lucha por el dinero, el enfrentamiento por los bienes materiales, los derechos de autor y cuanta cosa deja el finado, que no se lleva nada a la tumba más que un puño de tierra. Que si los hijos biológicos, que si los hijos putativos, que esto, que lo otro y qué se yo.

Era domingo. El día estaba para no salir de casa y, de pronto, ¡se murió Juan Gabriel!, anunció asombrado Juan Pablo, uno de mis hijos. Rápido, así como vas, rumbo al periódico. Era la nota de ocho columnas, de toda la sección. Juanga, el prolífico cantautor, había muerto. Televisa informó la primicia. ¿Dónde? Falleció en su residencia de Santa Mónica, California. Paro cardiaco, súbito.

Hoy le rendirán homenaje en la Plaza de Garibaldi, ahí donde se encuentra una estatua suya que él mismo develó hace algunos ayeres. Un desfile de cantores interpretará sus grandes éxitos, que fueron muchos. Se evocarán vida y obra del artista de Parácuaro, Michoacán, que hizo historia en la música popular de nuestro país y dejó un cúmulo de problemas entre sus herederos que pelean codo con codo, ambiciosos, la espléndida tajada.

De acuerdo a Guillermo Pous, el albacea, Juan Gabriel sólo dejó un testamento que deberá ser respetado, desechando la hipótesis de que pudiera haber otro y que, en todo caso, no tendría validez. Sin embargo, Consuelo Rosales, madre de Joao Aguilera, quien se dice ser hijo del cantautor, señaló que solicitaron la nulidad del testamento y que esperan en estos días se dicte sentencia.

El abogado refirió que los bienes del artista consisten en el acervo musical, los derechos de sus cintas, las casas que tenía y aclaró que no todas las propiedades pertenecían a él; es más, adelantó en entrevista con un canal de televisión, que en cuanto concluya el proceso legal reanudarán el proyecto de lanzar el tercer álbum discográfico de duetos que quedó pendiente.

La realidad ubica a Juan Gabriel en la otra vida, la vida eterna, mientras aquí en la tierra cantamos sus melodías en una plena demostración de lo que fue su arte, su sensibilidad de artista, su talento y su calidad en los escenarios.

Era un showman, un hombre espectáculo, pues, en toda la extensión de la palabra. ¡Qué tipazo! Su vestuario, a veces tan excéntrico, o sobrio, folclórico; y su manera de actuar sobre el entarimado, del que alguna vez se cayó estrepitosamente y se levantó para seguir cantando: "!Queridaaaa!".

La gente, sus fans, que lo adoraban, lo siguen adorando; así de simple. Y todo México lo recuerda con admiración y cariño. Lo aman.

Juanga dejó además toda una historia que incluyó una estancia en prisión, en el tenebroso Palacio Negro de Lecumberri, en cuyas crujías escribía canciones como terapia.

Quesque la actriz Claudia Islas lo acusó de robo, que esto, que lo otro, que aquello… Hay tantas versiones… Y sin embargo, pocos dan crédito a la cantante vernácula Queta Jiménez La Prieta Linda que abogó por él ante la esposa del director del reclusorio, para liberarlo. Enriqueta, sí, la hermana de Flor Silvestre, la esposa de Antonio Aguilar. Qué cosas.

En fin, Juan Gabriel murió hace dos años y hoy lo recordamos, señorón, artista, estrella del espectáculo y padre de un titipuchal de hijos enfrascados en una desgastante batalla legal por su herencia.


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