Aires de España

La Ocam rompe esquemas y supera expectativas.

Joaquín A. Pineda

  · miércoles 26 de junio de 2019

Antonio Malavé se encargó de la dirección orquestral. Foto: Cortesía Luis Felipe Gaspar

Existen días perfectos, días en los que todo sale bien como la tarde del 13 de junio. La gente llena el anfiteatro de la Casa de la Cultura, anuncian la tercera llamada por el micrófono y la Orquesta de Cámara de Mexicali (Ocam)comienza puntual. Hasta el clima coopera, pues sopla un viento de abril. Solo falta que los músicos tengan un buen desempeño.

El director Antonio Malavé me confiesa a escasos días del concierto que será uno de los más complejos y lo dice con seguridad en su voz. No contempla el fracaso. Sabe de qué son capaces sus músicos. Sabe que no van a fallarle. Y no lo hacen. Atacan cada nota con intrépida seguridad, ejecutando piezas de una tradición musical que salta del júbilo a la sobriedad y luego a la fiesta.


La música acompañó la danza de Rubí Leticia Vargas. Foto: Cortesía


Es música impredecible, salvaje incluso. Hay cambios repentinos de tiempo, alteraciones en la velocidad y compases que juntos forman todo un torbellino que los músicos navegan con la eficiencia de marineros en una tormenta.

Todos acompañan a la maestra Rubí Leticia Vargas mientras interpreta con elegancia sus pasos de flamenco, a sus tacones y castañuelas, sin perder el ritmo.


Walter Ahumada formó parte del espectáculo. Foto: Cortesía Luis Felipe Gaspar


Entonces interpretan "Carmen" de Bizet y se les unen Kelly Silva, Walter Ahumada y el coro de la Casa de la Cultura, una sorpresa que mantiene la tradición de estos conciertos de romper con esquemas que inició desde su set de boleros en febrero y continuó con su homenaje a la música barroca en catedral.

Es una libertad creativa de la que el director Malavé disfruta y saca provecho. Llegamos a "La Jota", última pieza del concierto. Mientras más avanza, más complicada se torna. Entonces tocan la nota final y el aire se llena de aplausos.


Números de flamenco plagaron el escenario. Foto: Cortesía Luis Felipe Gaspar


Hay una ovación de pie. Desde mi lugar veo cómo dos de las violinistas bajan sus instrumentos y se miran una a la otra con una mezcla de alivio y sorpresa, como si se preguntaran si realmente fueron ellas quienes lo hicieron. Todos los testigos en el público podemos asegurar que así fue, porque existen días perfectos, días en los que todo sale bien.