Voces tenebrosas: El fantasma del sótano de Rectoría de UABC

Este lugar guarda las almas de aquellos que no pudieron cruzar al otro lado y se encuentran condenados a vagar por sus pasillos y habitaciones

María O. Ruiz | La Voz de la Frontera

  · jueves 3 de noviembre de 2022

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Mucho antes de ser el edificio Rectoría UABC, la construcción se realizó por mando de del gobernador Esteban Cantú, para funcionar como casa de gobierno y en el sótano como separo. Como cualquier edificio viejo, Rectoría guarda las almas de aquellos que no pudieron cruzar al otro lado y se encuentran condenados a vagar por sus pasillos y habitaciones… sin poder encontrar paz.

LEYENDA

Cuando el viejo edificio despedía a los empleados de gobierno y le daba la bienvenida a los nuevos trabajadores, pertenecientes a diferentes departamentos de UABC, como Radio, diseño gráfico y editorial, uno de los ex trabajadores le dijo:

-Buena suerte -comentó-los dejamos con la doña

Sin darle importancia a aquel comentario, siguieron con su día a día, de trabajo en trabajo. En ocasiones para poder terminar sus labores tenían que quedarse hasta altas horas de la noche, fue ahí cuando por fin la vieron… Una mujer mayor deambulando por los pasillos del sótano.

-Esa mujer ¿la conoces?- preguntó uno de los diseñadores

-Tal vez solo está vendiendo comida o algo así… ve por algo, muero de hambre…

Sin darle vueltas al asunto el diseñador se dispuso a ir a comprar algo a la señora que vio entrar a una habitación, tal vez este con otros trabajadores, penoso, pero al tratar de abrir la puerta esta estaba cerrada. Tocó fuertemente… no obtuvo respuesta. Por el rabillo del ojo la vio de nuevo, aquella mujer silenciosa, con la cabeza agachada sin mirar a alguien y que se movía como si flotara.

Corrió de nuevo a su lugar, pálido. Sus compañeros le preguntaron qué es lo que había pasado

-La doña… no está viva

Los años pasaron y el fantasma de aquella mujer silenciosa seguía recorriendo los pasillos sin meterse con nadie, pasaba de cuarto en cuarto; en un parpadeo desapareció. Nadie sabía quién era o como aquella alma se había perdido en el edificio de Rectoría.

Lo único que sabían es que estaba condenada a vagar por sus pasillos para siempre.